Todas aquellas colectivas feministas, que se la jugaron en todo el mundo para que mujeres como Kamala pudieran acceder al poder, se merecen todo mi respeto y mi reconocimiento de aquí a donde se encuentren.
Quienes me conocen saben que una gran parte de mi trayectoria la he dedicado a luchar por abrir espacios de incidencia para las mujeres, para cerrar las brechas de género y, sobre todo, para explicar lo que en realidad es el feminismo y combatir las mentiras que mucha gente dice sobre el tema en las redes sociales. He decidido que estas elecciones seguiré impulsando la agenda de género a la que me debo, a pesar de cualquier cosa, porque las mujeres seguimos siendo el género violentado, sometido y oprimido; aún cuando Kamala Harris rompió un techo de cristal, pareciera que cuantos más espacios de poder ocupamos, más resistencia encontramos.
Seguiré caminando para que las próximas generaciones de niñas que sueñan con ser presidentas de la República Mexicana lo logren sin toparse con obstáculos construidos con base en la violencia política en razón de género, para que se dediquen al 100% a trabajar por el pueblo y no pierdan tiempo defendiéndose de quienes las violentan por ser mujeres. Yo seguiré luchando para que mis sobrinas Elisa y Julieta, junto con todas las niñas de su edad, sean las siguientes mujeres tomadoras de decisiones (en lo privado y en lo público), que ellas también luchen por seguir abriendo caminos pero ahora en un mundo más igualitario, pues estoy segura que sólo impulsando sus sueños lograremos la verdadera paridad. Mi trabajo de aquí en adelante, inspirado por quienes ya lo consiguieron, lo seguiré dedicando a todas las mujeres y niñas del mundo que anhelen hacer de este planeta un lugar mejor. Lo estamos logrando, así es, y así será.