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Jueves, 23 Septiembre 2021 02:11

Anacanoa en substitución de Colón, por favor

Anacanoa en substitución de Colón, por favor Escrito Por :   Francisco Baeza Vega

Muy controversial es el monumento a Cristóbal Colón que se encuentra en el Portal de la Pau, en Barcelona, el cual le muestra señalando decididamente hacia el puerto de la ciudad condal, en dirección opuesta a América. Existen varias corrientes de pensamiento que intentan explicar tal rareza: unos aseguran que apunta metafóricamente al continente o a la ruta marítima hacia él; otros, que a su natal Génova. Por fortuna para el éneo Colón, la discusión no en torno a su engañosa falange no pasa de las sobremesas; a nadie se le ha ocurrido pedir su cabeza, por despistado (por ahora).


 

La que desde hace tiempo se venía pidiendo era la del Colón del Paseo de la Reforma, en Ciudad de México. La polémica en torno al monumento no era nueva: desde finales de los 80, organizaciones proindigenistas exigían su retiro; en 1992, en el marco de la conmemoración de los 500 años del mal llamado Descubrimiento de América, "vándalos disfrazados de indígenas precolombinos", a decir de cierto autor, lo bañaron en pintura roja, le despojaron de sus coronas florales para depositarlas a los pies de un Cuauhtémoc y, finalmente, intentaron derribarle atándole a una poderosísima Ruta 100. En los años siguientes la estatua se convirtió en un pararrayos necesario contra el cual los indignados descargaban su furia; un conductor que atraía eficientemente las piedras que, si no, se estrellarían contra los cristales de las oficinas de Iberdrola, de Grupo Santander o de Zara, o de cualquiera de las cinco mil empresas españolas que hay en territorio nacional.

 

Aunque ciertos monumentos cumplan la importante función de canalizar el enojo popular, es normal que los nuevos regímenes tiendan a reemplazar los símbolos ajenos por los propios. Nuestro Colón, particularmente, era el símbolo perfecto de cinco siglos de agravios, en él se mezclaban todos los defectos del colonialismo, las ambiciones de los conquistadores, los abusos de los evangelizadores, los gustos personales del emperador extranjero que le concibió originalmente, así que la bronca no era tanto quitarlo sino reemplazarlo con algo que representara lo opuesto, que se ajustara inequívocamente a la narrativa oficial, que reflejara los valores del nuevo grupo político hegemónico y que reivindicara el indigenismo.

 

La semana pasada, en su artículo Anacanoa en substitución de Colón, publicado en SDP Noticias (antes elsenderodelpeje.com, agencia de noticias; antes, El sendero del Peje, blog lopezobradorista), Alberto Peralta recuperaba la historia del monumento a Colón, según Hugo Leicht, y puesto que es sabida la intención por parte de las autoridades capitalinas de reemplazarlo por uno "a la mujer indígena" (¿o en su defecto, por una cabeza alienígena?) deslizaba la propuesta de sustituirle por uno a Anacanoa, cacica de Jaragua, quien plantó cara al supuesto descubridor casi casi desde que la noa Santa María encalló en las costas de la isla entonces conocida como Ayití, y hoy como La Española.

 

La historia oficial recuperó de mala manera la biografía de Anacanoa; los historiadores hispanófilos siguen sorprendiéndose por su belleza, carácter e inteligencia, y refiriéndose a ella sólo como la esposa de Caonabo, pero apenas mencionan que encabezó la primera resistencia contra los españoles, que su inocencia la condujo a la trampa infame que le tendió el gobernador de Ovando o que si aprendió un idioma extraño, fue sólo para enriquecerlo, que los ignaros que se lo enseñaron no tenían palabras para nombrar a las guayabas, a las iguanas ni a los huracanes.

 

Hoy que México lidera los esfuerzos de integración de Latinoamérica, muy congruente sería que rindiéramos tributo a la primera rebelde y mártir latinoamericana; haitiana, para más señas. (¿Qué no dio a la lucha independentista continental ese miserable país?)

 

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