Viernes, 26 de Abril del 2024
Martes, 03 Mayo 2022 03:54

La Batalla de Puebla: desde lo alto de Charlie Hall, un gallo desplumado nos observa

La Batalla de Puebla: desde lo alto de Charlie Hall, un gallo desplumado nos observa Escrito Por :   Francisco Baeza Vega

El gallo es el símbolo nacional de los franceses; debido a un divertido juego de palabras que convirtió en sinónimos galo y gallus el animal más bravucón de la granja adorna sus monumentos, monedas y relojes.


 

A fin de hacerlo mártir antes que héroe, en 1798, el Directorio envío a Napoleón a conquistar Egipto, país que pertenecía de iure al Imperio Otomano pero que en la práctica era gobernado por los beyes mamelucos. El 20 de julio, a las afueras de El Cairo, los audaces hijos del desierto plantaron cara al invasor; el jovencísimo general no los conocía mejor de lo que ellos a él, pero comprendía bien que en la batalla se escribiría su historia y la de Francia: “¡Franceses —dijo a sus soldados, arengándoles— desde lo alto de estas pirámides, cuatro siglos de historia los observan!”.

 

Napoleón sufría delirios de grandeza —todos sus biógrafos coinciden en que ese era el rasgo característico de su personalidad; seguramente, Freud tendría algo que añadir sobre el petit corse—, pero también un extraordinario sentido de orientación histórica que le permitía comprender mejor que nadie la gravedad de sus actos… una cualidad extraña, dicho sea de paso, que no debería faltar en los integrantes del H. Ayuntamiento del Municipio de Puebla, a quienes desde lo alto de Charlie Hall los observan no 40 siglos de historia pero sí casi cinco, no menos interesantes.

 

Abstraídos en sus cosas —cosas importantes, a saber...—, quienes se reúnen regularmente en el Salón de Cabildos del Ayuntamiento tienden a clavar la mirada en los mamotretos ininteligibles que se apilan pesadamente en sus mesas —lecturas de informes y discusiones infinitas de dictámenes y puntos de acuerdo—; si la alzaran, como sugiere Napoleón, empero, descubrirían, entre otras maravillas, que en uno de los paneles centrales de su cielo sostenido por atlantes hay dibujados tres prodigios alados que se regodean, victoriosos, en torno a un gallo posado sobre una rama rota.

 

El gallo es el símbolo nacional de los franceses; debido a un divertido juego de palabras que convirtió en sinónimos galo y gallus el animal más bravucón de la granja adorna sus monumentos, monedas y relojes. El gallo medio desplumado que decora el recinto inaugurado por Don Porfirio a principios del siglo pasado, en particular, representa al sobrino homónimo de Napoleón, quien en un arrebato de lujuria quiso emular a su grandioso tío estableciendo en detrimento nuestro un imperio colonial en América. Las segundas partes nunca son buenas, se sabe; peor aún, suelen ser una farsa:

 

La aventura americana del falso Napoleón tropezó fatalmente estos días, hace 160 años; el proyecto imperial del personaje mediocre y grotesco al que las circunstancias habían disfrazado de héroe halló en nuestra ciudad no sólo una vergonzosa derrota militar sino un revés moral ante sus habitantes, quienes aguantaron estoicamente el pecheo del francés reafirmando su espíritu republicano y antimonárquico, y su lealtad irrestricta al gobierno juarista, elegido democráticamente.

 

La Batalla del 5 de Mayo, pues, significó más que la gesta superheroica de derrotar al ejército más formidable del planeta, lo cual ya era digno de escribirse con letras doradas en los anales de la patria, la consagración de los valores fundamentales de nuestra nación frente a los que le imponía por la vía de las armas el extraño enemigo, lo cual es incluso, más loable.

 

 

Google News - Diario Cambio