Viernes, 29 de Marzo del 2024
Martes, 07 Junio 2022 01:16

El tecnojardín harariano

El tecnojardín harariano Escrito Por :   Francisco Baeza Vega

Alumno avanzado de Epicuro, Yuval Harari ha predicho que las nuevas tecnologías harán posible la recreación de su jardín en el transcurso de este siglo.


 

Empujados por la crisis que siguió a la decadencia de las ciudades-estado griegas         —tragedia, como se sabe, originada por el ascenso macedonio—, a finales del s. IV a. C., Epicuro y sus seguidores se aislaron de la sociedad y se instalaron cómodamente en un jardín a las afueras de Atenas, camino al Pireo. En lo alto de una de las puertas de aquel patio, según cuenta Séneca a Lucilo, había colgado un cartel en el que se leía: “Extraño, tu tiempo en este lugar será agradable. Aquí, el mayor bien es el placer”.

 

Verdaderamente, los habitantes del jardín idílico concebido por Epicuro no se quebraban la cabeza intentando resolver las grandes preguntas filosóficas que atormentaban a sus colegas aristotélicos y platónicos, como qué es el ser, en qué se inspiran los demiurgos para modelar la materia o cuál es el sonido de la palma de una mano, sino vivían para el hedonismo o al menos, para cierto tipo de hedonismo. En aquel huerto de verduras y hortalizas donde uno podía huevonear todo el día a la sombra de un olivo germinó, pues, el hombre-dios.

 

Alumno avanzado de Epicuro, Yuval Harari ha predicho que las nuevas tecnologías harán posible la recreación de su jardín en el transcurso de este siglo. El autor de los best-seller Sapiens (2011), Homo Deus (2015) o Veintiún lecciones para el s. XXI (2018) imagina que en el estadio social inminente caracterizado por el auge de la inteligencia artificial los seres humanos que dominen la tecnología serán hombres-dioses que no suden la gota gorda ni sufran estrés y accidentes laborales, y cuya única preocupación sea asegurar la lealtad de las máquinas... además, claro, de qué hacer con los miles de millones de humanos anticuados que debido a su rezago tecnológico quedarán del otro lado de los muros virtuales del nuevo mundo.

 

Entre quienes estén adentro y quienes permanezcamos afuera, las brechas tecnológica y social-económica, e incluso, debido al desarrollo de la biotecnología, biológica, será tan grande, afirma Harari, que se originará una nueva clase social: la inútil. Inutilizada por su tecnoanalfabetismo la mayoría de la población, es previsible que el gran contrato social que ha determinado la convivencia humana durante los últimos dos siglos quiebre violentamente en nuevas formas de tiranía; nuestra superfluidad desincentivará las inversiones estatales en salud, educación o bienestar, y nos condenará a ser parias, candidatos a morir, los primeros, en la próxima pandemia. (Habrá quien no se deje...)

 

El futuro distópico predicho por Harari es un lugar común del Foro Económico Mundial, cuya edición anual se llevó a cabo recientemente; quien tenga la paciencia para chutarse los soporíferos speeches de Schwab, Soros o Gates comprobará cuán enraizada está entre ellos la idea de que si diluviara, los gobiernos deberían reorientar todos sus esfuerzos a construir grandes embarcaciones para salvar a unos señores de saco y corbata mientras los desarrapados del planeta se ahogan en su falta de oportunidades.

 

El filósofo de moda es considerado el intelectual más leído no porque escriba para el gran público sino porque le habla al oído a los grandes tomadores de decisiones mundiales; su obra, pues, es de lectura obligada para comprender la visión del futuro de los amos del mundo.

 

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