La militancia de Morena en Puebla está descuartizada, se asemeja cada vez más a lo que fue el PRD, y en medio de esa carnicería por la renovación de la dirigencia ha habido un reacomodo de piezas que al final terminaron por configurar solo dos grandes grupos.

Una de esas dos fracciones es la oficialista, la que se concibió desde Casa Aguayo, desde ahí se designaron a cuatro personas para operar la elección interna del partido lopezobradorista.

Julio Huerta, Agustín Guerrero, Jorge Mota y Roberto Solís.

Estos cuatro jinetes fueron razonados con tiempo, dos probados y dos que les encargaron la encomienda para comprometerlos a que den resultados y serían recompensados.

Huerta tiene la confianza plena del gobernador, es su primo, y ocupa el lugar estratégico que durante años tuvo Eric Cotoñeto. Está demás decir que despacha desde la sede del Poder Ejecutivo, pues es el director general de Gobierno de la Secretaría de Gobernación, desde donde está en contacto con todos los presidentes municipales.

Agustín Guerrero es cercano al gobernador desde los tiempos en los que estaban en el PRD, llegó a Puebla como coordinador de la cuarta circunscripción a la que pertenece la entidad, y al ver el caos en que está sumida la dirigencia en el estado vio una oportunidad para quedarse. Al igual que el actual dirigente interino, Aristóteles Belmont, es originario de la Ciudad de México, pero ya se inscribió para ser consejero en Puebla.

Jorge Mota ofreció su lealtad a Julio Huerta y juró olvidar por completo a Cotoñeto, después se comprometió a dar buenos resultados y le creyeron. Tiene el encargo de sacar adelante la elección en los cuatro distritos de la capital poblana, aunque él viva en Lomas de Angelópolis.

El último jinete es el diputado local Roberto Solís, quien tiene trabajo a pie en la zona del Iztapopo y tendrá que ampliar su margen de operación en la región para poder entregar buenos resultados en la interna. Literalmente es un soldado del gobernador y del líder del Congreso, donde lo pongan.

Los cuatro perfiles se han dividido estratégicamente el Estado, buscan votos, porque las elecciones se ganan con votos, como se los han dicho.

Enfrente tienen al otro grupo que está personificado por César Addi Sánchez.

El mérito que hasta ahora tiene Addi es lograr conjuntar a todos los grupos no oficialistas, aquellos que siguen a Claudia Rivera, a Alonso Aco, a Alejandro Carvajal y Rosa Márquez, por mencionar a los más visibles.

Ambas estructuras se echaron a andar, tienen sus estrategias y están contrarreloj, el primer paso ya se dio: anotar a sus perfiles para que sean consejeros y el viernes vendrá la primera gran prueba que será conocer si quedaron dentro de los que pueden ser votados.

Como parte de la maniobra que ambos grupos también prevén es que la elección pueda se reventada, y con esto la moneda quedará en el aire, pues se impondrá un comité, y es otra forma de tener el control del partido en el estado para uno u otro grupo.