Viernes, 19 de Abril del 2024
Martes, 19 Julio 2022 00:40

Causas y efectos

Causas y efectos Escrito Por :   Francisco Baeza Vega

Creo que nadie como Lenin ha explicado más claramente la relación causal de los fenómenos, liberándola al mismo tiempo de interpretaciones que sugieran la necesidad de la intencionalidad y de otras similares que los reduzcan a la accidentalidad, y, por supuesto, eliminando la creencia de que éstos sucedan debido a alguna suerte de influjo divino.


 

Hubo una época en el que solía salir de casa muy temprano, antes de que amaneciera; en las banquetas apenas colocadas que me conducían al centro de la ciudad nos cruzábamos madrugadores y borrachos, unos yendo presurosos al currelo y otros volviendo, tambaleantes, de la farra. No sé por qué, pero siempre venía a mi mente la misma canción, “Causas y azares” de Silvio Rodríguez; quizá, pienso, ésta ayudaba a mantenerme en estado de alerta: en esas horas en las que el mundo es un albur igual podía pasar que la chica con la que me topara en la esquina resultara ser el amor de mi vida o que las luces del camión que se aproximaba fueran las de mi último día.

 

Seguramente, Lenin discreparía con el cantautor cubano pues suponía que el mundo no deja espacio para la casualidad; probablemente apuntaría que si conocí a una mujer, fue porque esa mañana la susodicha salió de casa más temprano para llegar puntual a su enésima entrevista de trabajo o que si me pasó por encima un camión, fue porque su chofer venía echando carreritas para cubrir la cuota del día. Siguiendo esa lógica, razonaría que si existieran mejores condiciones laborales, bueno…

 

En el mundo, escribe Lenin, no hay efectos sin causas ni causas sin efectos; así pues, ni siquiera fenómenos intrascendentes como los antes descritos pueden ser comprendidos si se les estudia aisladamente pero, por el contrario, cualquiera puede serlo si se le estudia dentro de sus circunstancias. Unos y otros, además, son recíprocos; es decir, que la causa genera el efecto pero éste, a su vez, influye sobre la misma tal como, por ejemplo, la lucha del proletariado propicia la teoría marxista-leninista y ésta, a su vez, es una herramienta indispensable para la revolución. Ambos, concluye, pues, “son sólo momentos de la conexión, de la interdependencia universal, de la concatenación mutua de los sucesos”.

 

Creo que nadie como Lenin ha explicado más claramente la relación causal de los fenómenos, liberándola al mismo tiempo de interpretaciones que sugieran la necesidad de la intencionalidad y de otras similares que los reduzcan a la accidentalidad, y, por supuesto, eliminando la creencia de que éstos sucedan debido a alguna suerte de influjo divino. Las cosas siempre pasan por algo, diría; y hay semanas en las que pasan las que no pasaron en décadas, diría, también:

 

El choro mareador sobre dialéctica leninista viene a cuento por la triple tragedia ocurrida la semana pasada: la desastrosa gira presidencial en la capital estadounidense, el arresto de un popular narcotraficante y el desplome del helicóptero que transportaba a los marinos que participaron en su captura son acontecimientos claramente relacionados cuyo análisis individual resultaría absurdo y que influirán recíprocamente uno en el otro, la caída de la aeronave en la estrategia de combate al narcotráfico y el arresto del capo en la relación bilateral.

 

Tales han ocurrido, además, en las circunstancias más inoportunas, cuando el sexenio se enfila a su último tercio y, en consecuencia, comienzan a tomar velocidad no sólo la lucha por la sucesión sino la competencia de otros actores para ocupar posiciones de cara al relevo presidencial, pero esa es otra historia. 

 

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