No es la delincuencia organizada, ni un ajuste de cuentas, pero la fatal estadística lo pareciera: choferes del transporte público mataron a tres poblanos en dos días.  Es una clara emergencia lo que vive Puebla en esta materia.

Una semana atrás, una unidad de Galgos del Sur atropelló y mató también a una persona de la tercera edad.

A inicios de mes, un camión de la Ruta JBS provocó una carambola que dejó 50 heridos, el operador de la ruta mejor conocida como ‘morados’ no traía ni siquiera INE, menos licencia, ni seguro, ni tarjetón de circulación y por si fuera poco las placas estaban sobrepuestas. Un camión de Jorge Barrientos, de los 30 piratas que tiene.

En medio de este brutal escenario que vive el transporte público en la entidad, la Secretaría de Movilidad y Transportes, que encabeza Elsa Bracamonte, está más preocupada por el regreso de la Ruta 2000 que de manera sorpresiva anunció su retorno a las calles de la Angelópolis.

Derivado de la pandemia, la Ruta 2000 se declaró en bancarrota, no tenía pasajeros y eran más los gastos de operación que los ingresos. No hubo más que dejar de circular.

En los días recientes los concesionarios anunciaron el regreso triunfal de la Ruta 2000, a través de redes sociales decretaron que volverían con sus recorridos después de su obligada salida.

Los concesionarios de la Ruta 2000 están confiados que pueden volver porque mantienen sus permisos en orden. Sin embargo, la dependencia de Bracamonte se los retiró sin notificarles por no atender la necesidad pública.

La gran sorpresa se dará este lunes cuando en el marco del regreso a clases, la Ruta 2000 retome sus recorridos y la gente la esté esperando. Pero los que también estarán esperando al acecho serán los supervisores de la Secretaría de Movilidad acompañados de la Policía Estatal para detenerlos por circular sin un título de concesión vigente.

Es decir, la Ruta 2000 cree que puede regresar a las calles después de la crisis sanitaria y financiera, pero la realidad es que nunca les dijeron que ya no lo pueden hacer.

Así, la dependencia de Elsa Bracamonte amanecerá más preocupada por llevarse dos unidades al corralón y hacer cumplir la ley, que diseñar una estrategia para que las unidades del transporte público sigan matando gente.