El presidente sostiene en todo momento que el precio de la gasolina en su sexenio no ha tenido sobresaltos.

Hay que recomendar a su equipo de asesores que al mandatario le pasen tarjetas informativas sin maquillar, porque lo único que logran es colocarlo en una posición vulnerable ante sus gobernados, y no sólo ante la oposición, porque la realidad dista mucho de lo que él declara en sus famosas “Mañaneras”

A su arribo a la presidencia de la República en el 2018, el precio de la gasolina magna estaba en 19 pesos con 57 centavos.

Hoy ésta se llega a cotizar hasta en 21.40.

La diferencia que se observa es de casi 2 pesos.

Esto habla de una falta de contacto del presidente con la realidad a la que se enfrentan sus gobernados.

El problema no es menor porque el encarecimiento que ha ido registrando la gasolina ha ido empujando al alza a todos los productos y servicios porque todas las mercancías se movilizan en forma terrestre y quienes las movilizan han tenido que ir ajustando sus tarifas por el mismo encarecimiento.

Así, hoy tenemos una inflación anualizada de más de 7.40 por ciento, y las proyecciones internacionales alertan de un aceleramiento mayor en lo que resta del año.

Quienes acuden a realizar las compras de abasto familiares subrayan el encarecimiento de todos los productos semana con semana, lo que obliga a revisar y ajustar compras porque el presupuesto no da para más.

Por eso es que se exige realismo y una política congruente para enfrentar los riesgos del encarecimiento del costo de la vida que traerá un cúmulo de problemas hasta de supervivencia en algunos sectores que tienen perdido su poder adquisitivo y se enfrentan al fantasma del desempleo.

Por lo que se exige al equipo del presidente realismo y responsabilidad, porque las decisiones tienen que tomarse con medidas tendientes a atacar un problema, no ahondarlo, para garantizar el orden.