Quienes por cuestiones de trabajo tienen la necesidad de ver la famosa “mañanera” del presidente, se declaran hartos y se preguntan ¿de qué se trata?
Y es que nadie en sus cabales puede concebir que el presidente de una nación cargada de problemas dedique largas sesiones cada mañana para divagar y abrir fuego contra personas, empresas, instituciones y gobiernos.
La conclusión es insistente:
¡Ya lo perdimos!
Y es que nadie en sus cabales puede admitir que “el líder” de esta nación lejos de dedicarse a atender los problemas, los acumula y todavía más, los acrecienta con posiciones radicales e inexplicables.
Quien ha prometido y afirmado que “la ley es la ley, y sobre ésta nada ni nadie” es el primero en violarla y decide reiteradamente hacerla de lado para dar cauce a sus caprichos.
¿Casos?
Son muchos, el más reciente el relacionado con el tramo 5 del tren Maya sobre el que hay una disposición de la justicia federal para detenerla, lo que “le ha valido” hasta llevar a la autoridad a reiterar su disposición apegada a derecho y con base a las irregularidades y atropellos que el trazo del proyecto provoca.
El presidente permanentemente lejos de resolver busca culpables para evadir responsabilidades, y así ni se trabaja, ni se gobierna, ni se avanza.
¿Por qué tanto capricho y necedad?
¿Qué hicimos los 135 millones de mexicanos para tener al frente un personaje que no resuelve ni gobierna? Y todavía peor, hunde y hunde al país.
Es imperdonable.
Es nuestra realidad.
Pero, no para siempre.
Usted y yo lo sabemos porque tenemos otros datos.
