Si nos ponemos a analizar, llegamos a la conclusión que ésta temporada de marchas, la ‘marcha de marchas’ sin lugar a dudas que ha resultado la de ‘La Morenita’ del Tepeyac.
Según los reportes oficiales esta concentró las primeras horas de su gran día a más de 220 mil peregrinos. Y en un lapso de 3 días a más de 10 millones.
Se trata de peregrinos que llegaron por su propio pie, sin oferta de torta y refresco a cambio, sorteando infinidad de retos para su movilización y los gastos que surgen para alimentos, agua, refrescos, café, aunque grupos voluntarios compartieron tortas y agua que no alcanzan ante el volumen de devotos participantes.
Después de 2 años de contención por la pandemia, los guadalupanos fervorosos se organizaron con días de anticipación para emprender la peregrinación a pie, en bicicleta, en autobús, de aventón y como pudieron para no fallarle a ‘La Morenita’ de acuerdo a su devoción heredada de generación en generación.
Todo un acontecimiento en muchas familias mexicanas.
La fiesta más grande del año.
Una devoción inalterable.
Por eso fue declarada por el papa Pio X como la emperatriz de America Latina.
Por la propia fe de los católicos a ‘La Morenita’ goza de un espacio estelar en los altares más visitados del mundo, en la catedral de San Patricio en Nueva York y en la catedral de Notre Dame en Paris.
La Guadalupana no está para someterla a comparaciones, ni equipararla con nadie.
El fervor por la Guadalupana es genuino.
Y si alguien presume de sumar devotos a sus inclinaciones políticas, que se arrodillen ante esta y le pidan el milagrito a la virgen por la que el poeta Hugo Gutiérrez Vega sugirió llamar a una corriente política ‘Morena’ que en su momento garantizaba la esperanza de México.
Ojalá que ‘La Morenita los ilumine y guie sus pasos para que pasen de ser la esperanza de México, a lograr con su trabajo una patria y una sociedad justa, equitativa, incluyente, digna para todos.