En todos los medios, redes sociales, radio, televisión y escritos; martes y miércoles hemos saturado todos los espacios hablando del fallecido gobernador Luis Miguel Barbosa.
La cronología de su vida, su participación política, su huella, su obra, su estilo de gobernar, sus convicciones, sus amigos, sus aliados, etc. etc.
¿Qué más añadir?
Sólo refrendar mis respetos a su familia, a sus discretos hijos Miguel y Rosario, a su esposa la abogada Rosario Caballero con la que siempre fue de la mano por el mundo, fundidos en convicciones, anhelos, sueños.
Pese a mantenerse cerca de él, doña Rosario siempre se mantuvo discreta, callada, respetuosa de la investidura de su esposo.
Su voz apenas ayer la conocimos cuando agradeció ante su féretro a colaboradores y al presidente de la república el apoyo y la solidaridad con que siempre estuvieron presentes en la vida de su esposo, el político, el colaborador, el amigo, el esposo, el padre, el mandatario.
Luis Miguel Barbosa ya descansa en paz, ante su féretro recibió el homenaje justo de colaboradores amigos y el pueblo que se sintió bien atendido por el gobernante, al que van a extrañar porque siempre tuvo paciencia y respuesta para quienes se acercaron a él en cualquier circunstancia, en las audiencias de los martes, en las giras de trabajo.
Su nombre y su obra quedan registrados en la historia contemporánea de Puebla y de México.
El tiempo fue su limitante para su proyecto integral de gobierno.
Por ejemplo, su compromiso con la sociedad de agilizar las densas estructuras burocráticas de la administración, y sacudir las conciencias del servidor público.
Tema sobre el que alcanzó a dar los primeros pasos y que ojalá su sucesor o sucesora pueda darle continuidad.
El mandatario, directo como fue su estilo, una mañana tuvo una encerrona con personal del DIF, a los que pidió cortesía, comprensión y respeto para cada usuario que tiene la necesidad de acudir a realizar un trámite en alguna de las dependencias de la institución, y que lamentablemente en ocasiones no es comprendido y atendido como quisiera, sobre todo cuando no entiende de los procesos administrativos y de leyes.
“Quien ya tiene agotada la vocación de servicio no tiene nada que hacer aquí” dijo tajante en esta encerrona, al tiempo de comprometerse a revisar la estructura salarial de los empleados que como todos los mexicanos asalariados sortean serios retos para salir adelante con sus familias por el deterioro del poder adquisitivo.
El proyecto de Barbosa de humanizar a los empleados del Gobierno del Estado, era uno de los objetivos para los últimos dos años de su mandato.
Bien podría ser su herencia de continuar por parte de quien concluya su mandato.
Por lo pronto, habrá que esperar para que antes de que concluya el año, Puebla ya tenga a su gobernador sustituto, que dé continuidad a una obra incuestionable.
