En la semana del 27 de julio al 3 de agosto se disparó la velocidad de vértigo de la ocupación hospitalaria, al pasar de 320 a 491 internados, un crecimiento del 54 por ciento En la siguiente, del 3 de agosto al 10, la tendencia de crecimiento se frenó un poco: sólo 36 por ciento, al pasar de 491 a 667. 

 

Ayer se anunció que hay 852 hospitalizados, lo que indica que la velocidad volvió a frenarse otro poquito: sólo hubo un incremento de 28 por ciento. Los datos indican, con claridad, que la pandemia se ralentiza, aunque no lo suficiente; continúa la amenaza de que el sistema hospitalario de Puebla se desborde en las dos próximas semanas.

 

Si para el 24 de agosto sólo hubiera un crecimiento del 20 por ciento siguiendo esa tendencia de ralentización, se van a sobrepasar los mil internados en la red hospitalaria.

 

Y si esa tendencia descendente se mantuviera para el 30 de agosto, justo en el regreso a clases, Puebla habrá roto su récord de saturación hospitalaria, al sobrepasar con facilidad los mil 200 internados.

 

Y luego, vendrán las consecuencias del regreso presencial a clases. Esas consecuencias, al margen de lo que pasa en las aulas, serán detonadas por la saturación del transporte público en las horas picos.

 

El Dr. Martínez, el mejor activo del gobierno barbosista en la pandemia, quien ha desempeñado una actuación impecable desde que llegó al cargo en sustitución del ‘sí señor’, ahora enfrenta un reto de dimensiones desconocidas: no sólo acelerar la reconversión de emergencia tras la desconversión, sino asegurar lugares para los menores que se contagien en clases.

 

En el último informe, únicamente había 14 niños internados en Puebla, y de ellos, sólo uno estaba entubado. Pero esa tendencia va a cambiar con el regreso a clases presenciales y sólo hay dos espacios de atención para los menores de edad: el Hospital del Niño Poblano y la Unidad Materno Infantil.

 

Según los reportes de la Red IRAG, ambos nosocomios casi siempre están saturados con una ocupación permanente del 90 por ciento ¿Dónde se van a atender los niños que se contagien por el regreso a clases? Es una pregunta pertinente, porque si de por sí hace falta personal médico para atender a los pacientes, más recurso humano hace falta en el área pediátrica.

 

Creo que se trata de la consideración más importante que debe calcular el gobernador Barbosa en esta reconversión de urgencia: garantizar más espacios hospitalarios y especialistas pediátricos en materia de COVID.

 

También sería pertinente analizar por qué se ralentiza la velocidad de la ocupación hospitalaria, pero no la de contagios. ¿Una vez más la gente está prefiriendo sufrir la enfermedad en casa antes que pisar un nosocomio?

 

Otra posibilidad es que el personal hospitalario obstaculice los ingresos, pues hay varios reportes de familias que deambulan buscando una cama, pese a que los datos oficiales no muestran saturación, en específico en La Margarita, Cholula y el Hospital Zona Norte.

 

Las dos siguientes semanas serán claves, pues quizá el gobernador pudiera aplicar un decreto de emergencia con medidas restrictivas a las actividades económicas, con el objetivo de limitar un poco la movilidad, y con eso conseguir que la ralentización de la ocupación hospitalaria sea más clara.

 

Son dos semanas para llegar al colapso hospitalario, pues aunque los datos de la Red IRAG sigan señalando que hay camas vacías, en la realidad no va a caber ni un alfiler.

 

Que Diosito nos agarre confesados.