El proceso de renovación de la vida política de Puebla y sus elites arrancó oficialmente el 15 de septiembre con la toma de protesta de la LXI Legislatura que no tendrá un tono barbosista, sino que será ultra barbosista, y culminará un día después del 15 de octubre cuando arranquen funciones los 217 alcaldes y sus principales funcionarios.

 

 

En medio, todavía se darán los resolutivos electorales de las principales alcaldías en disputa, pero se esperan pocas sorpresas en el Tribunal Electoral Estatal que quedó en estado piltrafa, luego de sendas correcciones que les hicieron los magistrados federales de la Sala Regional del TEPJF y que fueron confirmadas ipso facto por la Sala Superior sin discusión alguna.

 

¿Cuáles pueden ser esas pocas sorpresas?

 

Dos en específico: Zacatlán y San Martín Texmelucan. En un caso, por la estrecha victoria de Pepe Márquez y el interés personalísimo que tiene Eric Cotoñeto, operador estrella del barbosismo, y en el segundo, por el grosero error del IEE en la impresión de las actas electorales que detonaron un conflicto que culminó en un recuento total que ganó Norma Layón.

 

 

A estas alturas, ya se vio que los fallos de Rodríguez Perdomo, Norma Angélica Muñoz e Irademis Pastor sirven para dos cosas: para nada y para lo mismo. Las instrucciones políticas que reciben son severamente modificadas en el TEPJF.

 

Ese nuevo ciclo político pudo observarse con claridad la noche del 15 de septiembre en Casa Aguayo, en donde Luis Miguel Barbosa ni siquiera tuvo que tomarse la molestia de compartir escenario con su oposición, sino que sólo requirió a aquellos que forman parte de su grupo y a quienes decide aceptar.

 

 

Un ejercicio de poder.

 

Por oposición me refiero a Claudia Rivera Vivanco, reducida al nivel patetismo en un Grito absurdo más parecido a un funeral, en el que sólo fue respaldada por su mamá, familiares y los pocos adictos al presupuesto que decidieron jugarse con ella una reelección absurda por imposible.

 

Decir que el Grito en Palacio Municipal fue irrelevante es exagerado, porque el mejor adjetivo es inexistente.

 

A Claudia le quedan menos de 30 días en el cargo, y no se sabe cuántos días en libertad, pues la prisión del miedo a la cárcel se impondrá sobre ella y sus achichincles. Tan sabe del riesgo que corre, que la figura política engrandecida desde la derrota es Eloísa Vivanco, a quien su hija desea impulsar como líder estatal de Morena, porque sabe que ella misma despide un olor fétido.

 

El único diputado local que se logró colar al Congreso, y supuestamente sería su voz, ha confirmado su vocación a la traición. Iván Herrera ahora divide la mitad de sus lealtades: unas son hacia el gobernador Barbosa, las otras hacia Carlos Evangelista. Decidirá el peso del dinero.

 

¿Quiénes serán figuras en el ciclo político que se inauguró ayer?

 

Decididamente el alcalde electo Eduardo Rivera, quien lleva sobre sus hombros la responsabilidad de corregir el rumbo de Puebla, pero que de provocar un amplio desencanto en su fórmula para hacerlo, podría provocar un efecto decepción que contamine sus aspiraciones a la gubernatura 2024. Genoveva a eso le apuesta.

 

Para arreglar Puebla cuenta con el apoyo del gobernador Barbosa, pero que tampoco podrá remediar errores estrepitosos.

 

En las mesas de Casa Aguayo también se rumoró que el magistrado Héctor Sánchez construye en la misma dirección pese a su origen galicista, ya que una y otra vez ha mostrado su lealtad al gobernador.

 

Figura emergente es Sergio Salomón, en quien el gobernador depositó la confianza de conducir el Congreso y hasta ayer ya tenía las firmas de Carlos Evangelista y su grupo para designarlo coordinador y titular de la Jucopo, pero desde el fin de semana rema a contracorriente.

 

¿Quién de ellos, de la mano del gobernador, podrá crecer para ser el tercer gallo rumbo al 2024?