Jueves, 25 de Abril del 2024
Miércoles, 24 Noviembre 2021 04:05

López Díaz y yo teníamos algo en común: la gordura

López Díaz y yo teníamos algo en común: la gordura Escrito Por :   Arturo Rueda

No éramos amigos ni muchos menos, pero algo teníamos en común: la gordura. Eso hizo que en más de cinco ocasiones nos encontramos en el Parque del Arte. Él caminaba y yo rodaba, digo trotaba. Luchábamos contra el sobrepeso. Nos saludábamos con respeto, pero con recelo: CAMBIO fue muy crítico con su figura radiofónica y algunos errores que, como todos los periodistas, cometemos en público. Era casi intocable, excepto para mí, bajo el principio de que perro sí come carne de perro.


 

De cada diez radioescuchas en Puebla capital y la zona metropolitana, ocho eran de Javier López Díaz, uno de su amigo, Carlos Martín Huerta, y el otro se lo repartían entre los demás noticieros matutinos.

 

Su rating era astronómico, una anomalía, porque desde hace dos décadas las empresas radiofónicas del cuadrante decidieron claudicar: no había forma de competir contra él. Ni nuevos conductores, ni nuevos formatos funcionaron.

 

La mediocridad en la radio poblana fue un daño colateral al éxito de Buenos Días.

 

Por eso era ‘el rey del rating’: su dominio era absoluto y los dueños de las empresas rivales a Cinco Radio decidieron conformarse con radioescuchas residuales. Ser terceros, cuartos, a mucha distancia.

 

¿Cómo consiguió López Díaz ese dominio astronómico sobre otros, supuestamente más preparados, como Fernando Canales o Sergio Mastretta?

 

Creo que ante todo, la constancia: durante casi 33 años se despertó inevitablemente a las 4:30 horas de la madrugada para iniciar transmisión a las 5:30 horas AM. Y aunque era el líder indiscutible de la radio, jamás se agotó, hasta que ayer su cuerpo lo derrotó con un ataque cardiaco.

 

No éramos amigos ni muchos menos, pero algo teníamos en común: la gordura.

 

Eso hizo que en más de cinco ocasiones nos encontráramos en el Parque del Arte. Él caminaba y yo rodaba, digo trotaba. Luchábamos contra el sobrepeso.

 

Nos saludábamos con respeto, pero con recelo: CAMBIO fue muy crítico con su figura radiofónica y algunos errores que, como todos los periodistas, cometemos en público. Era casi intocable, excepto para mí, bajo el principio de que perro sí come carne de perro.

 

Pero lo admiraba. En verdad.

 

Y casi al mismo tiempo nos volvimos ex gordos.

 

Porque tenía habilidad para ser crítico, sin ser crítico.

 

Fue diez mil veces acusado de amarillista y quizá por eso era tan popular: porque conectaba con la gente, era intermediario de los problemas de la gente, súper católico y conservador.

 

El modelo prototípico del periodista poblano.

 

Pero cuidaba a muerte su audiencia.

 

Rafael Moreno Valle descubrió su fórmula para ser oficialista sin ser oficialista: al pasar todos los reportes de la delincuencia diaria desdibujaba la estrategia gubernamental de la Puebla del progreso.

 

Su noticiero y su radar se convirtieron en objeto de escrutinio, y varias veces Moreno Valle le pidió su cabeza a la señora Coral Castillo de Cañedo, pese a la amistad que tenían. Lo contó Alejandro Mondragón.

 

Doña Coral negó la cabeza de su principal activo periodístico.

 

Ese año, en la celebración de los 26 años de su programa, ‘Buenos días con López Díaz’, de cara al tirano y sin temblarle las corvas, dijo que su lealtad era para la familia de la señora Coral.

 

‘Emperrado’, la leyenda urbana dice que le aplicaron el método Eukid, lo ‘levantaron’ y le dieron su ‘calentadita’, y nunca supe si se lo confirmó a alguien de su círculo cercano, en especial al grupo 2 de julio que integró junto a Don Enrique Montero, Carlos Martín, Juan Carlos Valerio y algunos más.

 

Enrique Montero Ponce se fue en la decadencia y Javier López Díaz en la cúspide. Ambos son prototipos de la comunicación radiofónica de Puebla, con voces diferentes, pero estilos similares: una radiodifusión que informe mucho, pero incomode lo mínimo al poder.

 

Hoy el trono se queda vacío.

 

Hay miles de radioescuchas huérfanos.

 

¿Quién se los quedará?

 

Google News - Diario Cambio