El alcalde Eduardo Rivera Pérez ha consumido 80 días de los 120 días que pidió para corregir el rumbo de Puebla, y salvo dos o tres avenidas que dejaron de ser junglas, todavía no se ven esos mínimos cambios en el horizonte cercano.

 

En muchos sentidos, la ciudad de Puebla sigue en el desastroso estado que la dejó Claudia Rivera.

 

Se entiende el por qué: el edil Rivera gastó su primer mes al frente del Ayuntamiento en adueñarse de Acción Nacional con la dupla Augusta-Marcos Castro.

 

 Y el segundo mes lo dilapidó en intentar cobrarle a los poblanos el alumbrado público.

 

En los últimos días, sigue encerrado en la misma trampa, señal de que no termina de lamerse las heridas por la derrota del 24 de diciembre: valora solicitar un crédito bancario, culpó a los legisladores del PAN de bloquear el cobro del alumbrado, al otro día reveló la privatización millonaria de ese alumbrado que nos quería cobrar con un contrato que superará los 600 millones de pesos.

 

Y un último daño fundamental: perdió la condición de ser el aparente favorito del gobernador Barbosa en la sucesión de 2024. ‘Lalo’ camina desnudo y desprotegido.

 

El alcalde terminó el año noqueado, y los primeros días de 2022 sigue deambulando en el ring, con las piernas flojas, sin acabar de entender qué o quién lo mandó a la lona.

 

Pero la ciudadanía ya notó el problema fundamental de ‘Lalo’: la ciudad no ha sido su prioridad. Se ve, se nota. Tiene la cabeza en la gubernatura de 2024, pero no en el día a día del gobierno.

 

Porque el gobierno no es disfrazarse cada día de forma diferente ni una batalla frívola por simular actividad frenética. En estos 80 días hemos visto diferentes personajes: ‘Lalo’ jardinero, ‘Lalo’ bombero, ‘Lalo’ zumba, ‘Lalo’ Rey Mago, ‘Lalo’ futbolista y no sé cuántos más. Y ninguno convence.

 

Si el alcalde no tiene la cabeza en el gobierno de Puebla, su equipo no lo ayuda. Se ven chiquitos.

 

La secretaria de Seguridad Pública no da una. Se advirtió en su momento que le faltaba experiencia. Que tenía la confianza del equipo cercano, pero haber desempeñado la Dirección Jurídica hace una década no era garantía de nada.

 

Hoy los asaltos, encobijados, homicidios violentos, siguen igual o peor que con Lourdes Rosales. No se ve la contención de la inseguridad.

 

Otra profunda decepción es Jorge Cruz Lepe, quien exhibió su mano blanda con el ambulantaje el pasado 6 de enero, cuando le invadieron la 5 de mayo pese al compromiso que había hecho con las cámaras empresariales. Y pese que había presencia policíaca que solicitó a SSC.

 

Su victoria de limpiar las calles el 5 de mayo los tres días después de la toma de protesta hoy se sabe que fue una concesión de los líderes, pero no una negociación real. Lo tienen de rodillas.

 

Cruz Lepe se ve igual o más blando que los titulares de Gobernación municipal de Claudia. Y eso es mucho decir.

 

Otro desastre es Myriam Arabian en el Organismo de Limpia: Puebla se sigue viendo como una ciudad sucia, cochina. Las fotografías inundas las redes sociales.

 

¿Y el mentado Gerente municipal? ¿Qué ha hecho? ¿En qué se ha distinguido?

 

La ciudad, pues, vive en la inercia de Claudia, a quien ni siquiera han llamado a cuentas por todas sus corruptelas.

 

Le quedan a Eduardo Rivera 40 días de los 120 que él mismo pidió.

 

Se gastó un mes en conquistar el PAN.

 

El segundo en la estéril batalla del DAP que consumió buena parte de su capital político.

 

¿Qué pasará en los siguientes 40 días?

 

Necea en que el IEE organice los plebiscitos de las juntas auxiliares, pero no va a ocurrir. Y Cruz Lepe se encuentra rebasado.

 

¿Cuántos disfraces se pondrá ‘Lalo’ antes de colocarse el único que de verdad necesita?

 

Los poblanos no lo elegimos para ser candidato a gobernador del PRIAN, sino para ser el edil de Puebla capital.