Jueves, 28 de Marzo del 2024
Miércoles, 02 Febrero 2022 02:08

La UDLAP ya valió madre, resígnense

La UDLAP ya valió madre, resígnense Escrito Por :   Arturo Rueda

Es una lástima pero hay que hacerse a la idea: la UDLAP quedó atrapada en un pleito de ladrones y leguleyos. Resoluciones jurídicas irán y vendrán sin que se resuelva el asunto de fondo. Mientras eso ocurre, estudiantes y docentes se irán a otros lugares donde sí haya condiciones.


 

Los padres de familia, docentes y estudiantes deberían resignarse: la UDLAP ya valió madres. El pleito jurídico de leguleyos no se va a resolver sino hasta dentro de dos o tres años. Para entonces, lo que conocimos como la mejor universidad de Puebla, habrá desaparecido.

 

Es una lástima pero hay que hacerse a la idea: la UDLAP quedó atrapada en un pleito de ladrones y leguleyos. Resoluciones jurídicas irán y vendrán sin que se resuelva el asunto de fondo. Mientras eso ocurre, estudiantes y docentes se irán a otros lugares donde sí haya condiciones.

 

En un bando se encuentra el grueso de la familia Jenkins y Luis Ernesto Derbez. Ese grupo manejó la UDLAP como un negocio particular. Los Jenkins saquearon el dinero de la Fundación Mary Street Jenkins como si fuera su patrimonio personal. Cometieron un delito.

 

Todos ellos están prófugos. No pueden dar la cara ni encabezar movilizaciones. Carecen de legitimidad porque son unos pillos. Actúan a través de una rectora interina, Cecilia Anaya, que tampoco acompaña a docentes ni estudiantes en sus protestas.

 

Este grupo de pillos, desde la clandestinidad, organizó movilizaciones supuestamente para exigir la reapertura del campus y el regreso a las actividades presenciales.

 

Mucha gente inocente y de buena fe compró el #UDLAPLIBRE y se sumaron a la exigencia en redes sociales y en las calles. Hasta diputadas honestas como Mónica Rodríguez Della Vecchia se lo compraron.

 

Pero para este grupúsculo de pillos, entre los que se encuentran docentes y directivos contratados por Derbez, #UDLAPLIBRE es sinónimo de UDLAP en manos de los Jenkins y de Luis Ernesto Derbez. Luchan porque les regresen el negocio particular y millonario.

 

Ayer les reabrieron el campus y qué pasó: no quisieron entrar, ni reanudar clases, ni actividades. Fue una simulación porque lo que quieren es el negocio de vuelta. No les interesa ni la educación ni los estudiantes. Quieren lo que es quitaron: un ‘negociazo’.

 

¿Y quiénes se los quitaron?

 

Pues otro grupo de ladrones encabezado por el Jenkins disidente, Guillermo Jenkins de Landa, el mismo que denunció a su papá Guillermo Jenkins Anstead, a su mamá y a toda su parentela.

 

Es el Jenkins ardido porque fue expulsado del Patronato y ya no pudo seguir disfrutando de los millones de dólares. Por eso inició la guerra contra su propia familia. No es mejor que ellos, simplemente pelea por su tajada. Al costo de pelearse con toda su familia.

 

Este Guillermo Jenkins de Landa, de alguna manera, se alió con funcionarios de la Junta de Cuidado de Instituciones de Beneficencia Privada para sacar a los Jenkins del Patronato y designar uno nuevo conforme a sus intereses. Son los que el otro bando llama “espurios”.

 

Ese Jenkins de Landa, con el nuevo Patronato y con Ríos Piter de rector, le quiere robar la UDLAP a los ladrones Jenkins. Un típico pleito de rateros que se vive en varios juzgados y en los que cada semana alguien canta victoria.

 

¿Son mejores estos ladrones que los anteriores ladrones?

 

Claro que no, pero vieron un bien valioso descuidado y fueron por él.

 

En esta historia no hay buenos ni malos, sólo malos en los dos bandos.

 

Pero este pleito judicial va a durar años.

 

La UDLAP ya valió madres.

 

No va a quedar nada de la mejor universidad privada de Puebla.

 

Ya mejor cambien de universidad a sus hijos.

 

Que les revaliden en otra. También se van a ir los profes cansados de esto.

 

La UDLAP no se acaba por la intervención de Barbosa, sino por un pleito de familia que se lleva a una empresa exitosa entre las patas.

 

Lo mismo que pasó con tantas empresas textileras en los años ochenta.

 

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