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Jueves, 24 Marzo 2022 01:59

Apuñalan a AMLO sus ex aliados

Apuñalan a AMLO sus ex aliados Escrito Por :   Arturo Rueda

Una línea sospechosista de esta nueva campaña de desprestigio ubica a Alfonso Romo como autor, el empresario más cercano al tabasqueño, quien fungió como Jefe de Oficina en el arranque del sexenio y salió del puesto en 2019 cuando descubrió que su poder de interlocución era inexistente pese al poder del picaporte. O mejor dicho: que quiso abusar del poder de picaporte y se topó con pared


 

Un grupo de artistas famosillos, junto con otros que lo son menos, exhiben una conciencia ecologista que no se les conocía para atacar el Tren Maya que se construye en la península de Yucatán. El tercero de los megaproyectos de AMLO. Como la derecha conservadora de México veía imposible que se concretara alguno, aunque ya se inauguró el AIFA y la refinería de Dos Bocas es inminente, les entró el miedo de que AMLO termine su sexenio cumpliendo con sus tres promesas de campaña.

 

Si así ven imparable a Morena, y nomás nadie convence como candidato del PRIAN, hay que acelerar y quemar cartuchos.

 

“No hay prisa” dice el distinguido grupo de whitexicans que llaman a defender la selva y el agua para frenar el tramo 5 del Tren. Claro que Eugenio Derbez, Omar Chaparro, Aislyn Derbez, Kate del Castillo y muchos de ellos no tienen prisa para que el sureste de México se desarrolle. Ellos ya viven en Estados Unidos, en Los Ángeles, donde ninguna acusación de ecocidio ha frenado una obra de envergadura.

 

Se trata de un montaje hipócrita. Uno más. Porque de verdad son puros blancos. Y para tapar el ojo al macho, aparece a cuadro una indígena maya para darle colorido y pluralidad a tanta hipocresía. Ya se sabe que a la derecha le gustan los morenos para los discursos y algunos spots, pero si tratan de vender tlayudas, los corren a patadas.

 

Se trata de personajes de escasa relevancia social por más fama que disfruten gracias a su trabajo artístico, algunos de ellos. Es lastimoso ver entre esa gentuza a Albarrán el Tacubo y Saúl Hernández, pues entre ambos han quemado más hierba que cualquier ecocidio conocido.

 

Ciertos informes, sin embargo, revelan que esta campaña mediática es otro golpe interno de la 4T, del mismo calibre y calado que el que propinó Julio Scherer con su “verdá” en la revista Proceso. Entre los enemigos de AMLO ahora se ubica a los que fueron sus más cercanos. Judas dirían algunos, yo los llamo despechados.

 

Una línea sospechosista de esta nueva campaña de desprestigio ubica como autor a Alfonso Romo, el empresario más cercano al tabasqueño, quien fungió como Jefe de Oficina en el arranque del sexenio y salió del puesto en 2019 cuando descubrió que su poder de interlocución era inexistente pese al poder del picaporte.

 

O mejor dicho: que quiso abusar del poder de picaporte y se topó con pared.

 

Aunque en esos días se dijo que Alfonso Romo seguiría siendo cercanísimo asesor para asuntos empresariales y económicos del presidente, hace mucho tiempo que en Palacio Nacional ni lo topan. Eso, claro, genera un sentimiento de despecho tan claro como el que tuvo Yago por Otelo: cómo puede vivir sin mí, cómo puede ser exitoso sin mí, por qué se han olvidado de mí.

 

A diferencia de Scherer, Alfonso Romo esconde su mano pero habría utilizado a Gemma Santana como operadora a través de la agencia de medios 2C en una operación similar a la de los influencers y artistas sancionados por el TEPJF por violar la veda electoral en sus redes sociales en favor del partido Verde.

 

¿Terrible? Claro. Ex aliados de la 4T, o exiliados del Palacio Nacional son los primeros interesados en demoler la 4T para la que dejaron de trabajar por deslealtad a los principios de López Obrador.

 

¿Se equivocó AMLO con Scherer, con Romo, y con muchos traidores más agazapados esperando cobrar venganza por lo que consideran desplantes presidenciales al haber sido destituidos o alejados del poder presidencial?

 

Tampoco es raro que esto ocurra en los procesos transformadores: que los desertores del movimiento o expulsados se unan a las filas de la contrarrevolución.

 

Para ajustar cuentas con los traidores, en los procesos revolucionarios violentos se recurrió a la guillotina —Revolución Francesa— o los campos de concentración e incluso asesinatos selectivos —Revolución Rusa—. Recordemos el archipiélago Gulag, al que se enviaba a los disidentes en la URSS y donde se les condenaba a trabajos forzados.

 

Pero como esta es una revolución democrática, AMLO no puede recurrir ni a la guillotina, la cárcel, los campos de concentración o los asesinatos selectivos a fin de deshacerse de sus ex aliados, por lo que deberá encontrar la forma de lidiar con ellos.

 

Seguro le duele, pero deshacerse de los traidores también es trabajo político. De los peores, pero inevitable.

 

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