A la Cuarta Transformación, desde la perspectiva electoral, la amenaza el radicalismo que enciende a los fanáticos de Andrés Manuel López Obrador pero lo aleja de los segmentos de la tradicional clase media. Sólo la conjunción de ambos —radicales y clases medias— permitió el histórico triunfo de los 30 millones de votos.

 

No deja de ser irónico que quien advirtió de esta amenaza fue el senador Ricardo Monreal a principios de año, lo que lo precipitó al abismo del afecto presidencial y lo sacó de la sucesión del 2024. Pero no es un razonamiento erróneo: entre más se acerca la 4T a las posiciones radicales, más se aleja del voto de centro.

 

Esos votantes clasemedieros vuelven a acercarse al PRIAN en un acto de desmemoria porque ninguna lealtad dura eternamente. Pasa el tiempo y los agravios sufridos por la sociedad entre 2000 y 2018 comienzan a olvidarse, y de pronto, el PRIANRD vuelve a ser visto como un refugio seguro pese a sus antecedentes.

 

La Revocación de Mandato y la discusión de la Reforma Eléctrica han dibujado una ruta para la sucesión presidencial y el futuro de la 4T. Cada quién entendió a su manera el mensaje de los 15 millones que salieron a ratificar a AMLO. Una cantidad de votantes que son muchos y pocos al mismo tiempo.

 

Claro que 15 millones de votantes, en las condiciones de falta de mensaje, mensajeros y competencia en que se dio la Reforma Eléctrica, son muchos. Muchísimos. Son el piso, el voto duro de la 4T que irá a donde señale AMLO. Los fanáticos, ‘los pejezombies’, ‘los amlovers’. Los radicales.

 

Desafortunadamente con 15 millones de votos no se gana la Presidencia de la República. Si los 30 millones de votos son irrepetibles, para ganar en 2024 hay que partir de la alianza Morena-PT-Verde necesita por lo menos 21 millones de votos, seis más de los que exhibieron en la revocación.

 

¿Y dónde están esos seis millones de votos, por lo menos, que necesitan? Están en esa clase media que se aleja de AMLO por sus posiciones radicales que les incomodan, les desagradan y les recuerdan al personaje testarudo y casi irreflexivo que fue entre 2006 y 2015.

 

Lo advirtió Monreal: no repiten en la Presidencia sólo con el voto de los radicales. Y AMLO le contestó que sí, que son radicales porque buscan cambiar a México, aunque muchos se sientan decepcionados del cambio fracasado de la 4T.

 

Morena enfrenta rendimientos decrecientes electorales por más que pueda ganar cuatro de las seis gubernaturas en este 2022. Es una ley inevitable porque partieron de los 30 millones con los que ganaron en 2018.

 

Claudio X González, los dirigentes del PRIANRD, ya detectaron la herida de la que sangra López Obrador. Tiene lógica. Según su cálculo —que no es errado— hay más electores en 82 por ciento que no salió a votar en la revocación, y por ello, es preferible trabajar ese segmento que tratar de acercarse a los 15 millones de electores de AMLO y que ya tienen dueño.

 

Estadísticamente hay 82 por ciento, pero en la realidad sí son 30 o 40 millones de electores, de los que muchos de ellos votaron por AMLO en 2018 pero ya dieron un paso atrás. Renunciaron a la 4T por las razones que sea.

 

Eso explica la postura irreductible de ‘Alito’ Moreno y Marko Cortés en la Reforma Eléctrica: esa postura de rechazo absoluto, según sus cálculos, agrada a esos 30 o 40 millones de electores. Y por eso no se movieron de ahí, ni se van a mover. Están trabajando su segmento de votantes.

 

Y aquí viene el diseño de la ruta presidencial:

 

¿Debe AMLO escoger a un candidato presidencial que sea más cercano a sus 15 millones de radicales pero a los que le sea más difícil avanzar en los segmentos clasemedieros? Ahí tiene a Claudia Sheinbaum o a Adán Augusto. ‘Los pejezombies’ van a aplaudir rabiosamente pero al ser una extensión directa de su personalidad radical, tendrán difícil avanzar en el electorado switcher.

 

¿Quiere un candidato que no sea tan cercano a sus 15 millones de radicales pero que encaje en el segmento clasemediero y pueda sacar los seis millones de votos que hacen falta? El único que encaja en ese perfil es Marcelo Ebrard, quien a propósito se alejó de la revocación y de la Reforma Eléctrica. Es un 4T moderado que puede volver a ganar la confianza del electorado que se perdió.

 

Pero hay una tercera opción.

 

No de candidato, sino de modelo electoral. Volver a activar las razones de voto de ese segmento clasemediero y solitos regresen al redil. En esa lógica debe entenderse la misión suicida de ‘Nacho’ Mier y los diputados federales de Morena-PT-Verde que se lanzaron a la batalla perdida de una reforma constitucional para la que no tenían los votos necesarios, y que en cualquier momento podía ser postergada para otro momento. De plano suspendida.

 

¿Si el cielo estaba nublado, y había cero perspectivas de que el PRIANRD cediera, por qué se llevó a cabo la votación para perderla? ¿Error de cálculo o trampa premeditada?

 

Mañana hablaremos de eso.