Thursday, 02 de May de 2024

Jueves, 11 Junio 2015 02:52

La maquinaria tricolor vuelve a ser competitiva: el sentido de la ofensiva




Written by  Arturo Rueda

De entrada, habría que recurrir al más grande teórico de la guerra para entender la reparación de la maquinaria electoral del PRI. Leer a Clausewitz en su tratado sobre la guerra ayuda a entender la dinámica de aquello que aconteció en el mes previo a los comicios. Hernández Deras le devolvió al PRI el sentido de la ofensiva, en su mejor sentido estratégico. A diferencia de las campañas de 2010 y 2013, no se limitó a aguantar los golpes del rival, sino a también lanzarlos


El PRI en Puebla ha vuelto a ser un partido competitivo, sentencia el académico de la Ibero Puebla, Juan Luis Hernández, en #JuegoDeTroles, y con esa sola definición, centra el debate abierto el domingo 7 de junio tras la victoria tricolor en nueve de los 16 distritos electorales. En otras palabras: tras sus derrotas de 2010 y 2013, la maquinaria tricolor ya recibió una buena afinada y ahora se encuentra preparado para capitalizar la indignación social presente en varios sectores de la sociedad poblana. Pero ser competitivo no es sinónimo de victorioso: a la maquinaria le hacen falta varias vueltas de tuerca y, sobre todo, un candidato atractivo con el perfil necesario para garantizar el voto duro, pero que atraiga otros 500 mil votos switchers que sume a los 580 mil que obtuvo el domingo pasado.

 

Sin embargo, ¿en qué consiste esa reparación de la maquinaria electoral que le devolvió el rango de competitivo tras dos elecciones en el suelo? Nadie niega la influencia del delegado del CEN, Ismael Hernández Deras, en la recuperación. ¿Pero, a ciencia cierta qué hizo?

 

De entrada, habría que recurrir al más grande teórico de la guerra para entender la reparación de la maquinaria electoral del PRI. Leer a Clausewitz en su tratado sobre la guerra ayuda a entender la dinámica de aquello que aconteció en el mes previo a los comicios. Hernández Deras le devolvió al PRI el sentido de la ofensiva, en su mejor sentido estratégico. A diferencia de las campañas de 2010 y 2013, no se limitó a aguantar los golpes del rival, sino a también lanzarlos.

 

Dice Clausewitz: "una guerra en la cual las victorias solamente sirven para parar los golpes y donde no hay ninguna intención de devolverlos, sería tan absurda como una batalla en la cual la defensa más absoluta (la pasividad) prevaleciese en todas las partes y de todas maneras" (6° - II). Sun-Tzu concluye al respecto de manera idéntica: "la invencibilidad reside en la defensa, la posibilidad de victoria en el ataque".

 

Durante los últimos cinco años, Moreno Valle tuvo una estrategia brillante para desarmar cualquier ofensiva tricolor. Dividió a los actores preponderantes del partidazo. A algunos los cooptó literalmente —remember la aprobación de las candidaturas comunes—, a otros los integró a su equipo de trabajo, y a los menos, los amenazó con cárcel, sobre todo a los herederos del marinismo.

 

De sus ex figuras ni hablar: Guillermo Jiménez Morales fue su empleado. Guillermo Piña Olaya colocó a su hijo Juan Pablo como uno de los personajes más cercanos a Casa Puebla, al grado de renunciar al PRI. Con Melquiades Morales hay una alianza más que expresa, ratificada con la incorporación de su hijo Fernando a la SGG. Y Mario Marín se convirtió en el apestado y desterrado. En otras palabras, Moreno Valle descabezó a los pater familias del PRI.

 

Basta recordar la campaña de 2013, en la que el PRI y su candidato Enrique Agüera siempre estuvieron a la defensiva y nunca pudieron, o quisieron pasar a la ofensiva. El ex rector de la BUAP nunca se presentó como un candidato de oposición, ni tuvo un discurso de oposición: creyó que podía ser competitivo con acuerdos debajo del agua, y al final fue arrollado.

 

El concepto de recuperación de la ofensiva fue definido por César Camacho y Osorio Chong desde la cúpula tricolor, quienes siempre negaron la posibilidad de hacer un acuerdo con el morenovallismo para repartirse victorias. Continuó con sostener a Ana Isabel Allende Cano, pese a la multitud de críticas que recibió. Y luego, enviar un delegado con experiencia en la operación, concentrado absolutamente en sus tareas, al grado de venirse a vivir a Puebla para no tener presencia itinerante, como tuvo la yucateca Angélica Araujo.

 

Luego llegó el momento de poner en práctica la ofensiva a través de una campaña de contrastes por aire y por tierra, para explotar las debilidades del morenovallismo. Y como el que pega primero pega dos veces, el régimen se concentró en una estrategia reactiva, pero perdió el balón. El morenovallismo ya nunca recuperó la ofensiva, pues aunque centró sus balas en atacar nuevamente la figura de Mario Marín, la campaña de contrastes había ganado la batalla de las mentes.

 

Cierra Clausewitz: “un rápido y vigoroso cambio hacia la ofensiva —el relámpago de la espada vengadora— es lo que constituye los más brillantes episodios de la defensa".

 

Por último: no parece que terminada la campaña el PRI vaya a cerrar su estrategia a la ofensiva, como demuestra el hecho de que ayer la fracción tricolor en el Senado ingresó un punto de acuerdo para que el INE investigue la promoción morenovallista en 12 estados del país. Así nos espera un largo año de guerra, la continuación de la política por otros medios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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