El día que Marín gritó “¡extraaaaa, extraaaaa!”


Crónica


El relato fue propio de la Chachita o el Pichi de “Nosotros los Pobres”. ¿El auditorio? El sindicato de voceadores que festejaba su aniversario y tuvo como invitados especiales al gobernador y a Blanca Alcalá


Arturo Rueda

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“Yo también fui voceador”, confesó Mario Marín. Así, sin pudor o vergüenza, el gobernador aceptó que un día, allá en su lejana pobreza, recién llegado de Nativitas, encontró el alimento en la venta de periódicos.


“Uno aprende a ponerse de pie una y otra vez cuando aprendes a trabajar desde niño”. Lección temprana que le permitió sobrevivir a los escándalos varios que ha vivido en sus tres años de poder.


El relato fue propio de la Chachita o el Pichi de Nosotros los Pobres. ¿El auditorio? El sindicato de voceadores que festejaba su aniversario y tuvo como invitados especiales al gobernador y a Blanca Alcalá.


“Yo vivía allá por rumbo de la  Iglesia de la Luz… en un solo cuarto dormíamos mis papás y mis once hermanos….por el rumbo me acuerdo de don Ramón, que nos daba el crédito para los periódicos porque era muy amigo del Maracas, tipo chaparrito y muy buena gente, entrón”.


La historia es verídica, cuentan los miembros del sindicato con mayor antigüedad, sentados junto a Pepe Fernández, el hijo del mítico Arnoldo Fernández, quien dignificó al gremio de los voceadores cuando consiguió que éstos pudieran devolver los ejemplares que no vendían.


Antes de don Arnoldo, relata el Panzotas, teníamos que quedarnos en la calle hasta vender el último periódico, así fuera la madrugada….cada miembro del sindicato tenía tres o cuatro chamacos de ayudantes. Marín era uno de ellos. Nos entregaban La Voz, pero ponían una cadena para que no saliéramos.

 

En cuanto la bajaban, salíamos corriendo para llegar antes que nadie a los mejores puntos de venta.


El gobernador continúa su relato ante los ojos curiosos de los voceadores. “Un día yo también grité la extra, extra!” Sonríe. “Lo hice desde los siete años, cuando entré a la primaria y seguí así en la secundaria y la prepa. Los vendía frente al ADO del Parián; ahí los compraban los catrines que iban rumbo a México. Otras veces iba al AU.


Vivillo desde chiquillo: “Me iba bien porque me quedaba con los cambios”. Risas cómplices de los voceadores”.


Claro, el autoelogio no podía faltar: “también vendí chicles y boleaba zapatos; claro, en la tardes, porque nunca falté a la escuela…esa es la mejor lección: cambié el periódico por los libros. Yo estudié”.


Antes el gobernador había premiado a los voceadores de mayor antigüedad, como a doña Mago, que recibió emocionada su trofeo: un niño con periódicos en la mano.


De manos del sindicato general, los voceadores entregaron a Marín el mismo reconocimiento  y lo hicieron sentir parte de su gremio.


El ex voceador y hoy mandatario retribuyó el gesto de generosidad con más generosidad.


“Seguro han oído hablar del Hospital General de la Zona Norte. Es el mejor del país, con los mejores acabados y los mejores aparatos; tiene nuevos quirófanos y es mucho mejor que el Hospital Ángeles. Es de ricos para pobres”.


A sus amigos voceadores, a todos, les ofreció el Seguro Popular para atenderse ahí. La única omisión fue contarles que todavía no entra en servicio por la ineficiencia de Javier García Ramírez.


Emotivo, nostálgico por recordar sus tiempos de papelerito, Marín amplió su generosidad. “Les ofrezco becas escolares para todos los hijos de los agremiados al sindicato. Para todos los que estén en escuela públicas, desde la primaria hasta la universidad”.


El único requisito es que se formen con el líder.


Después, como buen rey mago, se dedicó a repartir devedés, televisiones y hornos para los voceadores, que, a diferencia de él, siguen viviendo en la pobreza, luchando por ganar el pan en cada esquina.


Ay, don Ramón, qué tiempos aquellos en los que Marín vivía de vender periódicos.


Pensar que ahora los odia.

 

Frases: La vida del gobernador como voceador

 

“Yo también fui voceador”

 

“Uno aprende a ponerse de pie una y otra vez cuando aprendes a trabajar desde niño”

 

“En un solo cuarto dormíamos mis papás y mis once hermanos!

 

“Un día yo también grité la Extra, Extra!”

 

“Me iba bien porque me quedaba con los cambios”

 

“Los vendía frente al ADO del Parián; ahí los compraban los catrines que iban rumbo a México”

 

“Cambié el periódico por los libros. Yo estudié”

 


 
 
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