Monday, 29 de April de 2024

Retrato de un feminicidio: El médico que descuartizó y calcinó a su esposa

Jueves, 05 Febrero 2015 03:32
El lunes 9 de junio de 2014 no fue un día cualquiera para Moisés Torres López, médico de profesión. Su jornada arrancó asesinando a su esposa, Olga Nayeli Sosa Romero, casi al despuntar el alba. El resto del día lo dedicó, además de dejar en la escuela a la pequeña hija que procreó con ella, a destazar el cuerpo de la mujer con quien estuvo casado seis años, y enterrar los restos desmembrados en un paraje solitario de Huaquechula. Además, para borrar las huellas del feminicidio, armó una coartada difundiendo su desaparición con el argumento de que probablemente se había fugado con otro hombre. Esta es la crónica pormenorizada de un pavoroso feminicidio, uno de los 55 que conmocionaron a los poblanos durante el año anterior, basado en las declaraciones ministeriales que obran en el proceso, así como entrevistas con los familiares de la víctima.
  • Elvia Cruz / @cruz_elvia



Primera de tres partes



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Después de dejar a su pequeña hija de tres años en la escuela, un preescolar que se ubica en la colonia Huexotitla, Moisés va de regreso a su casa alrededor de las 8:30 de la mañana de este lunes 9 de junio de 2014. El trayecto le sirve para decidir qué hacer con el cadáver de su esposa Olga Nayeli. Dos calles antes de llegar a su casa, ubicada en la colonia Dos de Abril, se detiene en una ferretería: compra un pico, una pala, un bulto de cal y algunas bolsas grandes de plástico color negro. Previamente, en una gasolinera había adquirido cinco litros del combustible que le despacharon en una botella de plástico.



Él es médico cirujano con la especialidad de medicina interna. Los vecinos lo conocen como un hombre de pocas palabras, casi no platica con nadie y apenas hace cuatro meses ingresó a trabajar en una clínica particular denominada Central Materno Quirúrgica en San Martín Texmelucan —aproximadamente a 32 kilómetros de la capital poblana— aunque también cuenta con un consultorio en su domicilio.



Moisés Torres López tiene 37 años de edad y habla el idioma inglés en un 80 por ciento. Generalmente nunca le gusta ocupar mezclilla, casi siempre anda con ropa de vestir. Es de tez clara, cabello obscuro de corte military de barba “de candado”.





Hijo de un par de profesores que se aproximan a los 60 años de edad, sus vecinos lo describen como alguien “que se siente de dinero” gracias a que tuvo la oportunidad de estudiar un posgrado. Quizás desde pequeño nunca le faltó lo indispensable. Incluso, antes de contraer matrimonio civil y religioso con Olga Nayeli en 2008, su padre, quien lleva el mismo nombre —Moisés— le heredó una casa de dos plantas.



 



***



Ya son las 9 de la mañana, Moisés llega a su domicilio a bordo de su vehículo tipo Pointer de color gris, modelo 2002. Afuera encuentra a su papá, quien fue a visitarlo para que le recetara un medicamento para la migraña que padece desde hace tiempo.



Lo invita a pasar, y en su papel de médico, le da una pastilla. El señor se recuesta en uno de los sillones de la sala y ambos se quedan dormidos. Pasan dos horas. Moisés papá decide retirarse y se va caminando a pie, su domicilio se ubica a siete calles de la de su hijo.



Mientras, el cuerpo sin vida de Olga Nayeli sigue en uno de los cuartos de la planta alta de la casa.



 



***



Una vez que se queda solo, el médico cirujano ejecuta el plan madurado unos minutos antes: descuartizar, calcinar y enterrar en una fosa clandestina a su pareja, con quien vivió seis años y procreó una hija.



Todo comienza desde las 6:10 de la mañana de este 9 de junio de 2014 cuando ambos despiertan para dar inicio con sus actividades del día: preparar a la niña porque entra 8:10 al colegio, ella irse a sus clases de francés en la escuela de Lenguas de la BUAP y él, irse al trabajo.





El día anterior tuvieron una discusión. Olga Nayeli había reprobado el curso de francés en la escuela particular al que acudía los domingos —como una forma de avanzar más rápido en el aprendizaje del idioma que estudiaba en la BUAP entre semana—. Él le reprochó por eso. Le argumentó que esa era su única ocupación. Ella recriminó poco apoyo de su parte y así se fueron a dormir.



 



***



Olga Nayeli sale a prisa de la recámara en donde durmió con su esposo y su hija y se mete a otro de los cuartos que se ocupa como clóset. Comienza a maquillarse. Se viste con un pantalón de mezclilla color azul y una blusa rosa con mangas cortas. Mientras se peina su cabello teñido de café obscuro, la alcanza Moisés para continuar la discusión del día anterior. Los gritos y jaloneos suben de tono y él la empuja —aunque los estudios antropológicos determinaron que ella fue asesinada a golpes con un marro—.





Ella cae y se pega en la cabeza con el filo de un buró que tiene una televisión y queda al piso boca abajo. Pronto comienza a sangrar. Moisés se da cuenta de que ya no tiene signos vitales.



Él sale del clóset y se dirige a la recámara donde durmieron, donde se encuentra su hija de tres años. La cambia y la lleva al preescolar sin desayunar.





Tras volver del colegio y después de que se retiró su padre, Moisés entra a la cocina y toma un cuchillo con el mango de plástico color verde. Sube todas las cosas que compró dos horas antes.



 



 



***



Ya es mediodía, las 12 para ser exactos, Moisés entra al cuarto que se ocupa como clóset. Olga Nayeli seguía ahí, la sangre que se derramó en el piso en la mañana ya se coaguló.



Él la mira, se pone unos guantes y comienza con la operación. Con el cuchillo que agarró de la cocina empieza a cortar las extremidades superiores de quien fue su esposa durante seis años. Separa los hombros del torso, luego los brazos de los antebrazos y posteriormente ambas manos de la articulación de las muñecas y los echa en una de las bolsas negras.





La mamá de su hija, odontóloga de profesión, ya llevaba más de cinco horas sin vida, casi ya no sangraba. Él continúa, prosigue en cortar ambas piernas desprendiéndolas desde el fémur, enseguida las separa de las rodillas, luego desprende los pies de la tibia y el peroné y las vuelve a echar en otra bolsa de plástico.





Moisés se da cuenta de que ya son 13:30 de la tarde y deja la operación bajo llave y se traslada a Huexotitla por su hija, la lleva con sus padres y se queda a comer con ellos. Luego se despide de prisa bajo el pretexto de que tiene cosas que hacer y que encargaba un rato a la niña porque no sabía dónde estaba su esposa. —Da inicio a la coartada—.





A las 16 horas llega nuevamente a su casa y reanuda el descuartizamiento. Lo primero que hace al subir al cuarto es desprender la cabeza de Olga Nayeli del cuerpo y la echa en una tercera bolsa. Sólo queda el torso. Lo abre del abdomen, saca las vísceras, los intestinos, el corazón y los pulmones. Los guarda en otra bolsa y termina de cortar en pedazos el resto del cuerpo y los sube a la cajuela del Pointer junto con la herramienta que compró en la mañana, pero añade dos cubetas metálicas grandes y un marro.





 



***



Son las 17:30 horas, Moisés lava a prisa el cuarto con jabón marca Blanca Nieves y cloro y seca con una jerga —aunque de nada le sirvió porque el 18 de junio los peritos encontraron las manchas hemáticas que lo implicaron—.





Acto seguido: baja a la cochera y sale de la capital rumbo a Atlixco por la carretera federal, pasa por la zona de restaurantes y continúa hacia la carretera que lleva a Izúcar de Matamoros hasta llegar al crucero que entronca con el camino que va a Huaquechula. Ahí da vuelta a la derecha y avanza 20 minutos aproximadamente. Se cruza con un letrero que dice “Ojo del Carbón”, pasa un arroyo hasta llegar a un paraje. Ahí baja y acarrea el cuerpo desmembrado y la herramienta.





Camina 10 minutos y entre árboles cava un hoyo de alrededor de 60 centímetros con el pico y pala que llevó. Para evitar que los restos sean reconocidos, con un marro fractura la cabeza, y todos los huesos de las demás partes del cuerpo y los arroja a la fosa—aunque los estudios determinaron más tarde que en realidad el marro fue el arma homicida—.





En las dos cubetas de metal echa gasolina, los trapos que ocupó para limpiar la casa, las bolsas y la ropa de su esposa y con unos cerillos les prende fuego. Luego los vacía a la fosa en donde estaban las partes de Olga Nayeli.





Pasan 40 minutos. Verifica que todo haya quedado en cenizas y regresa al auto por un bulto de cal y lo vacía sobre los restos, luego echa tierra al hoyo para taparlo. En el camino va abandonando el marro, el pico y la pala.





Ahora, en la cabeza de Moisés sólo ronda cómo avisarle a la familia de Olga Nayeli de su “desaparición”.



***



Es casi la media noche, las 23 horas, cuando pasa a su casa a dejar el Pointer, después se dirige a la casa de sus padres en donde ya dormía su hija de tres años. Ahí les dice que su esposa no había llegado desde que salió en la mañana hacia la Facultad de Lenguas de la BUAP. Muestra actitud de desesperación y empieza a contactar a los familiares de la odontóloga. Primero a un primo que no contestó, luego a la hermana y al último su suegra, Argelia, quien preocupada por el reporte de “desaparición” exigió acudir en ese momento a presentar una denuncia.



Moisés se ofrece ir solo y pasa al MP de Valsequillo, pero lo redirigen a la delegación Margarita que se encuentra en remodelación. En el camino recibe la llamada de su suegra quien insiste en acompañarlo a presentarla denuncia. Pasa por ella y por uno de sus cuñados en la colonia Santa María y los tres se trasladan al Ministerio Público de La Popular en donde presentan el acta por la “desaparición” de Olga.



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Entre los cuestionamientos que le hacen a Moisés, él responde:



—Que diga cómo consideraba a su esposa en su aspecto físico.



—Hermosa, atractiva y bonita.



—Que diga si tiene la seguridad que ella le era fiel.



—Completamente seguro de que era fiel.



A la décima pregunta:



—Que diga cuál era el proyecto de vida familiar a corto plazo, de cinco años para con su esposa y su hija.



—Que yo me veía viviendo en Canadá y tener otro bebé.



Olga Nayeli estudiaba lenguas porque existían planes familiares de mudarse al extranjero por un tiempo en familia, y para ello, el papá de Moisés ya le había depositado a su cuenta una cantidad de 250 mil pesos como una forma de justificar que tenían la solvencia económica para vivir fuera de México, ya que según la declaración ministerial del feminicida confeso, por su actividad profesional sólo ganaba mil pesos semanales y la odontóloga aproximadamente 800 por sus consultas esporádicas.



Moisés finalmente fue detenido el 18 de junio, nueve días después de matar a su esposa, desmembrarla y calcinarla. De acuerdo a la tipificación del feminicidio como delito grave, en noviembre 2012, el médico cirujano puede alcanzar una condena de 30 a 50 años de prisión.













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Modificado por última vez en Jueves, 05 Febrero 2015 12:01