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Martes, 09 Febrero 2021 02:02

¡A criminalizar la tauromaquia!

¡A criminalizar la tauromaquia! Escrito Por :   Silvino Vergara

¿Cuál es el costo para que el cabildo del municipio de Puebla se reúna para resolver sobre la prohibición de las corridas de toros?


 

En pleno siglo XXI, cuando se puede leer y obtener información muy fácilmente con la comodidad de un teléfono celular o de una computadora, donde no hay necesidad de acudir a uno de esos recintos prohibidos por la modernidad y la globalización denominados bibliotecas, cada día más desconocidas, resulta que se pone nuevamente en debate —ahora, penosamente, en este municipio de Puebla— la prohibición de las corridas de toros, ciudad históricamente taurina, a pesar de lo que digan y se opongan los «globalifílicos», los americanizados con el pseudo-deporte denominado «fútbol americano» —que, dicho sea de paso, no es deporte olímpico ni menos aún, se juega con el pie—. Penoso que los aparentes pensadores de «izquierda» aún no encuentren la distinción entre igualdad jurídica y «homogeneización», siendo esto último lo que está desprestigiando las verdaderas y necesarias políticas de izquierda. Con todos estos, no encontraron mejor idea que: ¡criminalizar la tauromaquia!

 

Desde luego, del debate para definir el cabildo del municipio de Puebla este mes de febrero de 2021 —el cual, esperemos, pueda ser filmado— poco se podrá esperar en lo referente a argumentos de altura. Posiblemente, sea como el debate legislativo tan penoso de la aprobación de la reforma energética a la Constitución, en la que los congresos locales apenas y tardaron 15 minutos para hacerlo en el año de 2013. De modo que valdría la pena una filmación de esa sesión, pues el debate que se pondrá en la mesa podría ser de muy poca calidad y los opositores a la tauromaquia atenderán a que es el momento de criminalizarla y, por ende, de prohibirla sin importarles el descontrol que hay en los rastros municipales y demás locales y empresas multinacionales respecto del trato que se da a los animales.

 

La acción de criminalizar es algo muy común a lo largo de la historia de la humanidad. Los romanos han criminalizado a los cristianos para culparlos de la crisis de Roma. Así mismo ha sucedido en la historia más reciente, por ejemplo, con el gobierno de R. Reagan, que criminalizó, primero, a los musulmanes, luego, los denominó terroristas, acabando por criminalizar a la «potencia» de la isla de Granada por los riesgos que corría Estados Unidos de América con esa isla caribeña.

 

Así, criminalizar es una práctica común ante la falta de legitimidad de los gobiernos. Tal es el caso de Franco en España o del más simbólico y lamentable en el siglo XX: la criminalización de los judíos por la Alemania Nazi. Falta de ideas, de legitimidad, de visión y, sobre todo, de conocimiento histórico son las causas para poner en la palestra esa determinación. Por ello, los regidores y miembros del Ayuntamiento de Puebla (que, afortunadamente, tienen los días ya contados para «emprender», a decir de los términos taurinos, «la graciosa huida», votarán en estos días la prohibición de la tauromaquia en el municipio de Puebla.

 

Afortunadamente, esa determinación es algo reversible, ya sea con el nuevo alcalde del municipio y sus regidores o por medios de las instancias jurisdiccionales, pues en este país hemos aprendido que, ante la falta de canales democráticos, muchas veces se toman los medios de defensa.

 

Poco se sabe de la historia de la ciudad de Puebla y, por ello, se pone a debate nuevamente esta prohibición; tampoco se sabe que el debate de la prohibición de las corridas de toros se ha elevado a instancias éticas y filosóficas. Basta con darse una vuelta en las revistas sobre esas materias.

 

Puebla, desde su fundación, ha sido una ciudad taurina; en el zócalo, desde el siglo XVI hasta mediados del XVIII (1722), había corrida de toros, incluso antes de instalar la fuente de san Miguel. Además, el jardín del Carmen, en los siglos XVII y XVIII, era el lugar de las corridas de toros en Puebla. Es más, bien valdría la pena que, en lugar de estar debatiendo sobre este tema, se propusiera poner una placa de la batalla del 2 de abril de 1867.

 

En el jardín de San José, hasta 1781, hubo corrida de toros y, desde 1841, en la plaza construida en lo que ahora es el paseo Bravo, también hubo corridas de toros, plaza taurina que se incendió en dos ocasiones, en 1902 y en la década de los treinta del siglo XX. Otra plaza de toros fue en San Jerónimo, en Los Sapos, quemada en 1856, precisamente en el sitio de los conservadores Miramón y Orihuela. Por ello, la fiesta taurina no es de izquierda ni de derecha y la prohibición es de simple antipatía. Debe considerarse que, en el Teatro Principal, anteriormente llamado Coliseo, también hubo corridas de toros y atravesando el Río de San Francisco, esto es, en el callejón de los pescaditos, ahora el centro de convenciones, también hubo festejos taurinos. Por otro lado, en tiempos más recientes del siglo XX (en 1936), se construyó el toreo de Puebla, desaparecido en la década de los setenta. Además, las novilladas en la plaza del Charro enfrente de lo que ahora son las oficinas de la Secretaría de Finanzas. Asimismo, en la colonia Belisario Domínguez, en Valsequillo y, finalmente, en los Fuertes, en El Relicario. Todo ello ha mantenido la ciudad de Puebla como ciudad taurina hasta que llegó la hora de criminalizar la tauromaquia.

 

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