Si bien es cierto que desde que entró en vigor la ley sobre los plásticos y artículos de un solo uso, el pasado 1 de enero de 2021, debemos reconocer que existen lagunas sobre el cumplimiento de dicha reforma.

 Aunque la normatividad tiene sanciones y procedimientos, vale la pena comprender que si nosotros no asumimos nuestra responsabilidad, el problema sólo cambiará de nombre.

La ley menciona que queda prohibida la comercialización, distribución y entrega de tenedores, cuchillos, cucharas, palitos mezcladores, platos, popotes o pajillas, bastoncillos para hisopos de algodón, charolas para transportar alimentos y aplicadores de tampones; así como bolsas de plástico para empacar mercancía en tiendas y supermercados.

Situación que tuvo sus atajos cuando colocaron la leyenda de biodegradable, cambiaron el color de algunos productos para que parecieran ecológicos o, en el mejor de los casos, modificaron su composición para que fueran más amigables con el medio ambiente.

Pero en realidad, así como muchas normas, como la de incrementar impuestos a productos que pueden resultar dañinos para el organismo en su consumo excesivo, que se crean para disminuir los efectos en la salud y en la economía de las familias mexicanas; poco se logrará si no despertamos la conciencia del uso racional de cualquier producto y sus empaques en general.

Culpamos a las industrias, pero de la misma forma muchos consumidores siguen prefiriendo la comodidad de utilizar unicel para evitar lavar loza al finalizar una reunión o cualquier eventualidad.

Se ha hecho un hábito para muchos negocios de alimentos, utilizar cantidades ofensivas de unicel cuando podría sustituirse por algún otro material amigable para la naturaleza o mejor aún, evitar el consumo de productos desechables.

Vemos en muchas taquerías que cubren con bolsas de plástico los platos para no tener que lavarlos de forma recurrente y despacharle al mismo cliente en platos distintos las veces que sean necesarias; hagamos una multiplicación simple: si cada noche una taquería tiene 100 clientes y a cada uno le da un plato cubierto con una bolsa, a la semana son 700 bolsas, al mes son 3 mil, al año 36 mil 500 y si lo multiplicamos por los negocios que tienen esa mala práctica en la colonia, ciudad, estado y el país… se vuelven toneladas por día.

¿Has levantado la basura de una fiesta o reunión? Multiplícalo por millones de habitantes que hacen lo mismo, ¿Sabes a dónde realmente termina todo eso? Correcto, en los mares, el campo, en el estómago de millones de animales o en algún otro lugar de nuestro mismo planeta, no desaparece por arte de magia.

Por ello es vital que, si eres un empresario que tiene la posibilidad de modificar la calidad de sus empaques, tome la decisión; que si eres un intermediario que utiliza esos insumos trates de reducirlos al mínimo necesario y si eres un consumidor, te detengas a pensar un poco y sustituyas en la medida de lo posible su uso; ya sea que lleves recipientes o contenedores para comprar o evites que te den tanto plástico o unicel.

Seamos conscientes de que lo que hagamos hoy, repercutirá en nuestro presente y en el futuro mediático para nuestros hijos e hijas y para todos los ecosistemas.

No podemos pensar en riqueza y prosperidad si no lo vemos desde el punto sustentable, de lo contrario, la factura no la podremos pagar con dinero, sino con nuestra propia extinción.

Seamos ciudadanos responsables, seamos… UNIVERPRESARIOS.