Viernes, 26 de Abril del 2024
Martes, 13 Julio 2021 01:22

¿Quién asesinó al presidente de Haití?

¿Quién asesinó al presidente de Haití? Escrito Por :   Francisco Baeza Vega

Seguramente, a pocos nos sonará el nombre de Lino Salazar; el hombre que, dependiendo de la versión que eligiera dar a la PGR, se identificara como priista, zapatista o pacifista nos es desconocido porque falló en su misión: asesinar al presidente electo de México, Ernesto Zedillo, en cuya residencia irrumpió, armado, alcanzando sus aposentos justo antes de ser detenido. Semejante hazaña no es fácil, por supuesto; colarse a la casa de un futuro jefe de Estado para sorrajarle un plomazo (o doce; uno, en la mera frente) es prácticamente imposible sin alguna ayuda.


 

El recuerdo rayano en efecto Mandela de aquel atentado viene a cuento por el asesinato en similares circunstancias del presidente de Haití, Jovenel Moïse, la semana pasada. En su caso, según la versión oficial, no habría sido un asesino ¿solitario? sino un ejército el que irrumpió en la residencia del presidente sin encontrar ninguna resistencia de parte de sus guardias. Sorprendida en pijama, la víctima no tuvo tiempo de esconderse en la habitación de pánico que había mandado a construir para evitar precisamente eso, sorpresas. (Otro, en el ojo izquierdo; los demás, regados por todo el cuerpo). Las circunstancias en las que ocurrió el magnicidio invitan a toda suerte de sospechas, de especulaciones:

 

En un país donde la justicia no se caracteriza por ser pronta y expedita, llama la atención la rapidez con la que las autoridades han dado con los asesinos de Moïse. También, las torpezas de estos: los ex militares de élite del ejército colombiano a quienes se atribuye el asesinato no fueron especialmente discretos, al contrario, procuraron dejarse ver y escuchar, y después de ofrecer cierta pelea la mayoría de ellos se dejaron capturar en la embajada de Taiwán, a la cual ingresaron solicitando asilo la misma noche del crimen. (¿Por qué eligieron la embajada taiwanesa para poner fin a su rocambolesca aventura?, me pregunto. ¿Acaso alguien quería perturbar la excelente relación entre Puerto Príncipe y Taipéi?).

 

Arrestados los supuestos asesinos, la duda mata: ¿De parte de quién? El impopular presidente, cuyo mandato finalizaba en unos meses, estaba rodeado de enemigos; casi todos tenían motivos para deshacerse del comendador mayor de la Fuenteovejuna caribeña: la oligarquía, la élite política tradicional, las fuerzas armadas; también las poderosas pandillas de la capital, las cuales le habían declarado públicamente la guerra. Además, estaba enfrentado con el gobierno de Venezuela, país con el que hasta hace no mucho Haití mantenía una relación fraternal. (No parece casualidad que inmediatamente cometido el crimen las autoridades señalaran que los asesinos eran hispanohablantes: “¡Al ladrón, al ladrón!”).

 

Llama menos la atención que ante el riesgo de que lo ocurrido desestabilice aún más el país, lo que queda del gobierno haitiano suplique una intervención militar estadounidense. La tutela estadounidense sobre los gobiernos haitianos viene de lejos: si durante el S. XX fueron un baluarte para contener la influencia regional alemana, primero, y cubana, después, en el S. XXI lo son para hacer lo propio con la venezolana y para combatir el tráfico de drogas y de armas y la migración ilegal. La estabilidad de Haití es, pues, indispensable para garantizar la seguridad de la llamada tercera frontera de Estados Unidos, el Caribe. 

 

Es sabido que, por tales razones, a los presidentes haitianos los pone y los quita Washington. En ese sentido (y sólo en ese sentido, porque no va a andar uno levantándole ¿falsos? a los gringos), es importante señalar que en el momento en que la administración Biden le retiró su apoyo a Moïse, presionándolo para cancelar su muy ambicioso referéndum constitucional previsto a celebrarse el mismo día de la elección presidencial, en septiembre, lo “puso en la diana”. El presidente ya estaba muerto... nomás no le habían avisado.

 

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