Jueves, 25 de Abril del 2024
Martes, 22 Marzo 2022 02:48

El espléndido aislamiento de China

El espléndido aislamiento de China Escrito Por :   Francisco Baeza Vega

La llamada Doctrina Canning se basaba en mantener al reino al margen de los conflictos que pudieran arrastrarlo a una confrontación de consecuencias catastróficas con las otras grandes potencias; así pues, desde el final de las Guerras napoleónicas hasta la Primera Guerra mundial


 

En China el concepto de amistad trasciende los lazos del parentesco; según Confucio, esta es la base de las relaciones humanas, tanto de las que tienen un origen consanguíneo como de las que no. El país asiático ha experimentado muchos cambios desde que el chino universal predicó sobre los beneficios a largo plazo del ren pero la amistad continúa siendo el pilar de su sociedad. Observando esto, me parece que cuando Xi Jinping afirma tener con alguien una, “sólida como una roca” lo dice muy en serio. Esta, sin embargo, estará sujeta a la realpolitik, a consideraciones pragmáticas y no, de índole ético o moral.

 

Estos días, Xi camina por la cuerda floja de cuidar la amistad estratégica de su país con Rusia sin perjudicar la que también le une con Ucrania. Cauteloso, trata de mantenerse equidistante de las partes involucradas en la Guerra ruso-ucraniana; la ¿imposible? posición de respaldar las preocupaciones de seguridad rusas pero no, sus pretensiones territoriales ni sus intentos de evadir las sanciones impuestas por los países occidentales demuestra sus pocas ganas de asomar demasiado la nariz en un conflicto que considera esencialmente ruso-estadounidense. El líder chino eleva así a niveles estratosféricos aquello que dijo Henry Temple, lord Palmerston, respecto a que en política “no hay amigos ni enemigos, solo intereses”.

 

Los muy oportunos dichos de lord Palmerston caracterizaron la edad victoriana, el periodo en el que el Reino Unido alcanzó su cénit; en menos de un siglo, las islas británicas pasaron de ser básicamente, agrarias y rurales a ser altamente industrializadas. Tal auge era frágil, no obstante; el vertiginoso desarrollo económico implicó un no menos acelerado crecimiento poblacional y una mayor dependencia de las importaciones de materias primas desde unas colonias tan extensas como expuestas a los ataques enemigos. Conscientes de sus debilidades, los británicos apostaron por una política exterior aislacionista, la cual George Canning definiría como de

 

“de no intervención y no sistema europeo; cada país para sí mismo y Dios, para todos.—Y añadiría enseguida, trazando con su afilada falange una divisoria imaginaria sobre la costa de Calais:—¡Aquí terminan los dominios de Europa y comienzan los del Reino Unido!”

 

La llamada Doctrina Canning se basaba en mantener al reino al margen de los conflictos que pudieran arrastrarlo a una confrontación de consecuencias catastróficas con las otras grandes potencias; así pues, desde el final de las Guerras napoleónicas hasta la Primera Guerra mundial, este esquivó hábilmente involucrarse en otros que en aquellos donde estuviera en juego el balance de poder continental o amenazadas, sus colonias o las rutas de acceso a estas:

 

“¡En estos días problemáticos, el Reino Unido se yergue espléndido, ay, aislado de Europa!”

 

El largo aislamiento del Reino Unido aunque comercial y económicamente espléndido, implicaría una drástica disminución de su influencia política global; tal descuido permitiría al Imperio alemán disputarle exitosamente la hegemonía, lo que eventualmente materializaría su pesadilla de verse inmerso en una nueva gran guerra europea. (Los espacios que no ocupas te los ocupan, se sabe).

 

Hoy que Europa vuelve a vivir días problemáticos, el caso británico es útil para analizar el comportamiento de su facsímil moderno. ¿Cuál será su próximo paso; seguirá mirando pa’otro lado arriesgándose a perder influencia global o asumirá un rol más activo en la búsqueda de una solución al conflicto que últimamente nos pone a todos los pelos de punta? Y si esto, ¿cómo?

 

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