Este verano Volkswagen abrió la cartera. Durante julio y agosto sorprendió al hacer importantes anuncios económicos tanto para sus empleados, como para remodelar su fábrica de Cuautlancingo.

 

Pero en dos días ‘se cebó el cohete’. Se acabó la fiesta. Del 3 al 5 de agosto y ahora alemanes y poblanos se muerden las uñas.

 

El periodo de festivos anuncios inició el jueves 21 de julio con el rumor del histórico aumento para los sindicalizados de la automotriz, de nueve por ciento directo al salario y dos por ciento en prestaciones, un día después se hizo oficial.

 

En lo que terminó julio todo fue halagos para la automotriz alemana y su sindicato. Serían los mejor pagados de la industria en México y demás flores les echaron. El experto en sindicalismo independiente de la BUAP, Huberto Juárez Núñez, no dudó que los obreros aprobaran el incremento.

 

Con la emoción a tope, el 3 de agosto la primera plana de ejecutivos de Volkswagen de México se presentó ante el gobernador Barbosa para anunciarle una inversión para modernizar sustancialmente su planta que tiene 55 años en Puebla.

 

Dijeron que la inyección de capital equivale a “anclar una nueva planta”, pero la realidad es que es dentro del terreno de 300 hectáreas que ya tienen en Cuautlancingo.

 

Ese mismo día, en grupos cerrados de Facebook y vía WhatsApp, se difundió un comunicado entre los 6 mil 867 sindicalizados de la armadora alemana, un boletín firmado por un grupo identificado con la máscara del Santo en donde les decía: “Dí no en la votación del 5 agosto y pongamos a trabajar a nuestro tan tibio comité en una verdadera negociación”.

 

El llamado grupo enmascarado de plata  sostuvo su argumento al referir detalles de la cláusula 85 que habla de los retiros voluntarios a los 55 años y ya no 60, y sobre la elevada inflación.

 

“En cuanto al tan aplaudido 9 % directo al salario, amortigua por el momento la inflación (…) pero para diciembre estaremos como siempre rezagados en nuestro poder adquisitivo”.

 

Y rematan con una combativa frase: “Los derechos no se mendigan, se exigen”.

 

Con ese comunicado tipo postal difundido entre los obreros, acompañado de comentarios de la inversión histórica para la planta, bastó para tirar el ‘aumentazo’ global del 11 por ciento.

 

Lo que sucedió el viernes 5 de agosto fue lo verdaderamente histórico: se necesitaba el 50 por ciento más uno de los sindicalizados para aprobar la propuesta y apenas votaron el 70 por ciento.

 

Del total de votantes, ganaron por 338 votos los que rechazaron la propuesta y se pedía iniciar de nuevo el proceso de negociación.

 

Con esto las buenas noticias se derrumbaron.

 

Para terminarla de batir, este lunes el secretario del Trabajo, Gabriel Biestro con una actitud protagonista difundió un audio en el que reveló información no confirmada: según él los obreros exigirán un 14 por ciento.

 

Lo cierto es que entre los obreros existe un sentimiento de arrepentimiento, primero por no haber ido a votar y después por el temor a una huelga, la cual no ocurre desde 2009.