Sábado, 02 de Agosto del 2025
Miércoles, 24 Agosto 2022 00:03

El fin del sueño eurosiberiano

El fin del sueño eurosiberiano Escrito Por :   Francisco Baeza Vega

El intento de asesinato contra Alexander Dugin confirmaría que Rusia ha entrado en una espiral crítica; el atentado cimbra la estructura de poder evidenciando las tensiones existentes


 

En 1992, Jorge Verstynge publicó El sueño eurosiberiano: ensayo sobre el futuro de Europa, una obra particularmente cutre en el que auguraba que el colapso de la Unión Soviética y del bloque comunista sentaría las bases para la edificación de una gran Europa conformada por los países integrantes de la Comunidad Económica Europea (CEE) y del Consejo de Ayuda mutua (Comecon), la cual, apuntalada por la poderosa industria franco-alemana y las materias primas siberianas, estaría en condiciones de disputar la hegemonía global a Estados Unidos.

 

A la luz de nuestros días, el sueño de Verstynge parece una quimera pero en aquella época no sonaba tan descabellado; entonces, la idea de reunir en una casa común europea a Europa occidental y a Rusia y Europa oriental gozaba de amplia aceptación a ambos lados del antiguo telón de acero. El proyecto cayó muy pronto en el terreno de las utopías, al lado de otros similares relativos al desarme nuclear o a la paz mundial, sin embargo; el error radicó, creo, en que sus promotores partían de la premisa de que los rusos eran tan europeos como los franceses o los alemanes, afirmación que recientemente ha probado ser tan falsa como los pedazos del Muro de Berlín que se venden en Mercado Libre.

 

Probablemente, nadie haya celebrado tanto el violento despertar del sueño guajiro de Verstynge como Alexander Dugin; la alegría del mal llamado Rasputín de Putin es comprensible: el enfrentamiento sin precedentes entre los países occidentales y Rusia con motivo de la cuestión ucraniana valida su tesis de que los rusos constituyen una civilización sui generis, la euroasiática, la cual estaría destinada a liderar a la humanidad a nuevos y grandiosos derroteros. La guerra que estos días cumple seis sangrientos meses, entonces, según él, se presentaría como un típico choque huntingtoniano entre dos civilizaciones antagónicas. (Léase: Rusia vs. Occidente o Conservadores vs. Liberales).

 

Considerando que durante mucho tiempo Rusia coqueteó con la idea de abrazar los valores e integrarse a las instituciones políticas y económicas occidentales, y que hasta hace unas semanas los rusos hacían cola en el McDonald’s de la Plaza Roja para devorar una muy capitalista Bic Mac, Dugin advierte, no obstante, que la transición de ser una nación occidentalizada a una euroasiática y antioccidental implicará una transformación estructural que convulsionará todos los ámbitos del Estado sumiendo al país más grande del planeta en una crisis existencial de pronóstico reservado.

 

El intento de asesinato contra Dugin, éste fin de semana, a las afueras de Moscú, confirmaría que Rusia ha entrado en esa espiral crítica; reivindicado por el desconocido Ejército Nacional Republicano, una organización de partisanos cuyo objetivo sería derrocar al gobierno, el atentado en el que perdió la vida su hija, Daria, cimbra la estructura de poder rusa evidenciando las tensiones existentes entre quienes se resisten a despertar del ensueño occidental y quienes quieren llevar el enfrentamiento civilizatorio hasta sus últimas, terribles consecuencias.

 

Medio a regañadientes, obligados por las circunstancias, los rusos, pues, parecen haber comenzado a cambiar la idea que tienen de sí mismos, una transformación que, ay, se prevé violenta como el estallido de un coche bomba.

 

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