Jueves, 16 de Mayo del 2024
Jueves, 03 Noviembre 2022 00:03

Cicerón, ante el Senado

Cicerón, ante el Senado Escrito Por :   Francisco Baeza Vega

Estados Unidos, acierta Biden, bordea la guerra civil; las raíces de la polarización, hemos comentado antes, arraigan en su imperialismo


 

A finales de 63, la República Romana comenzaba a recuperar el aliento; acaso, lo peor ya hubiera pasado. Alegando que el consulado le había sido negado fraudulentamente, Catilina había intentado hacerse del poder dando un golpe de Estado; su conjura, sin embargo, había sido abortada y había tenido que salir por pies de la ciudad en compañía de una ralea de criminales, libertinos y antiguos seguidores de Sila, muchos de los cuales, a decir de Salustio, gustaban de beber sangre de niño.

 

Aquellos días, Cicerón se dirigió al Senado para advertir que, a pesar de que Catilina había sido desterrado, el peligro aún no había pasado; al contrario, explicó, los peligros eran aún mayores pues el enemigo no se había dirigido a Marsella, como había dicho, sino a Etruria, donde había reunido un ejército con el cual se disponía a marchar sobre Roma. “En la guerra contra el gladiador medio vencido—dijo el recientemente proclamado pater patrie, intentando tranquilizar a los senadores—no permitirán los dioses que las virtudes que representamos nosotros sean vencidas por los vicios que representa él” (Oratioin catilinam secunda habita ad populum).

 

No hay que ser muy quisquillosos para hallar similitudes entre aquel discurso de Cicerón y el que Joe Biden pronunció hace unas semanas, en el pórtico de un Independence Hall iluminado de rojo infierno. Ante unos pocos centenares de sus seguidores, el titubeante presidente estadounidense no tuvo empacho en calificar al defenestrado Donald Trump como “la principal amenaza a la república” ni en insinuar con la sutileza de un cañonazo que el expresidente estaría arrastrando a Estados Unidos a una nueva guerra civil o que los esfuerzos gubernamentales para controlar las armas de fuego no tendrían como finalidad evitar las cada vez más frecuentes balaceras escolares sino impedir que éstas abarroten los arsenales de sus huestes.

 

Estados Unidos, acierta Biden, bordea la guerra civil; las raíces de la polarización, hemos comentado antes, arraigan en su imperialismo (Léase: La crisis de la república) y sus efectos se observan claramente en el rechazo por parte de Trump y de millones de estadounidenses de los resultados de las elecciones de 2020, en la insurrección del 6 de enero de 2021 o en el consecuente, dramático debilitamiento de la autoridad presidencial. Considerando esto, sería incorrecto interpretar sus dichos en clave electorera, como para caldear los ánimos antes de las cruciales elecciones intermedias que se llevarán a cabo la próxima semana: la crisis político-social que observamos atónitos, con los ojos abiertos como huevos estrellados, tiene menos que ver con la disputa por el control del gobierno que con la batalla “por el espíritu nacional” (Biden dixit).

 

Planteada por el propio presidente, la posibilidad de que Estados Unidos resuelva su crisis existencial mediante la guerra civil ha dejado de discutirse solo en los foros de internet para analizarse seriamente en los mainstream media; no somos, pues, solo los conspiranóicos con cuenta de Parler sino los principales comentaristas de Fox News o de la CNN quienes juguamos, fascinados, con escenarios que se ubican entre la intensificación de las protestas sociales y la insurgencia o el conflicto armado en toda regla.

 

Bombardeados por los medios, me parece, los estadounidenses están predisponiéndose para tiempos oscuros caracterizados por alguna forma de violencia política inédita en siglo y medio. Independientemente de sus alcances, la mera normalización de ésta cimbraría los cimientos de la decadente superpotencia. Eso, uf, ya se ha visto antes.

 

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