Domingo, 28 de Abril del 2024
Viernes, 02 Diciembre 2022 00:07

Hip Hop ¿resistencia civil?

Hip Hop ¿resistencia civil? Escrito Por :   David Peral Rodrí­guez

Algo es cierto, tendríamos que definir al género urbano, como aquella sintonía exquisita de un todo, donde podemos encontrar ritmos tan variados como el pop urbano, el reggeatón, dembow, trap, dancehall, rap, raggamuffin y muchos más, sin embargo, todos estos géneros son tan distintos entre sí,


 

"I’m, i’m, i’m, nasthy girl fantastic,

este culo es natural, no plastic.

Lo que toco lo hago bombastic.

Todos esos giles, a mi me la mastic"

 


Se ha escrito y hablado tanto del hip hop y los ritmos urbanos que predominan en la escena mundial musical, que bien podrían hacerse tiraderas descomunales en contra de todos. Ahí se encuentran los grandes referentes del género, sí, me refiero al tema exclusivamente de Latinoamérica, porque evidentemente en está columna no se tratará de aquellos que marcaron pauta -comercial- del género, porque el que escribe esto está más cerca de Kaze-O que de Jay-Z.

 

Escribir del rap y todo lo que conlleva ha sido una tarea de las más difíciles que he encontrado, partiendo desde el momento que es uno de mis géneros predilectos a la hora de escoger algo que me haga sentir “real”.

 

Algo es cierto, tendríamos que definir al género urbano, como aquella sintonía exquisita de un todo, donde podemos encontrar ritmos tan variados como el pop urbano, el reggeatón, dembow, trap, dancehall, rap, raggamuffin y muchos más, sin embargo, todos estos géneros son tan distintos entre sí, pero su magia es que guardan una similitud absoluta entre todos ellos. Ahí podemos encontrar al chombo con “Chacarrón” y ver ciertos beats parecidos -acaso iguales- con Missy Elliot, la rapera que llevó al estrellato “nigga” a Christina Aguilera. Por ello, es importante señalar que todos estos tipos de música, tienen un común denominador: sus raíces en la música creada por los marginados, los de color diferente al sistema de blanquitud, los olvidados a la manera de Buñuel.

 

El término género urbano, apareció en los años 70 en las emisoras norteamericanas, esto con el afán de englobar e invisibilizar al soul, R/B, funk y hiphop. Desde aquel momento los referentes musicales blancos lo han introducido como un encaje perfecto para sus objetivos comerciales, sin embargo, su manera de generar conciencia ha persistido por el paso de la historia. Los valores positivos del hip-hop como un ente socialmente responsable han mutado con el paso del tiempo y de las circunstancias a la causa gangsteril o pandillera. Y es que el propio tiempo ha determinado que la situación cambie de cantar “A Natural Woman” de Aretha Franklin a una protesta marcada y justificada de Nathy Peluso con la Bizarrap Vol. 36.

 

Si quisiéramos transitar por el camino sinuoso y oscuro del Trap, nos vamos a encontrar a un Bad Bunny en pañales cantando a todo pulmón “chambea, ¡jala! Cabrón ya no te quedan bala’. ¡Chambea!” Los ritmos sombríos y la actitud acaso trivial es lo que predomina en este género, hay mucha gente que se identifica con este trap, así como hay gente que se identifica con los corridos alterados, son parte de la expresión popular, son la ayuda que necesita la gente para expresar sus fantasías y por tres minutos, que dura una canción, sentirse Pablo Escobar o el Chapo Guzmán todopoderosos.

 

Como se han dado cuenta la verdadera batalla se resume en un choque de clases sociales, en aquella idea tan vieja de la alta cultura y la democratización de la misma ¿Quién es realmente “artista” y quien no?

 

La pretensión de superioridad de un género sobre otro se ha visto dinamitada en estos nuestros tiempos, nuestra enhorabuena, pensemos en las latas de Warhol y la exquisitez de Degas, algo así se presenta en la música contemporánea. El eterno debate del modernismo vs posmodernismo nos ha dejado sin una fuente sólida para argumentar que una expresión creativa es mejor que la otra. Y sí, cualquier defensa a esa cultura de clase nos lleva a replantearnos nuestro elitismo enraizado, aquí es donde llega el ritmo urbano a generar cambios políticos y sociales en la sociedad. Residente le tiro a Balvin, con su lírica lo mató y resucitó solo para volverlo a matar. Sin embargo, algo es cierto, uno de los grandes problemas del bulo progresista al que nos enfrentamos es la hipermoralización convulsiva de las masas. Hoy este penado ante la orden progresista tener hijos porque es alienarse con los estándares patriarcales, no podemos desear mariscos pues estamos deseando la extinción de las tortugas de Baja California, un hombre jamás debe abrirle la puerta a una mujer porque es una microviolencia machista. En estos tiempos todo está mal, pero al mismo tiempo bien, y es ahí donde radica mi conflicto con Residente, por un momento critica el terrible racismo que destila Balvin, sin embargo, lo hace con expresiones cargadas de un contenido fálico y misógino “por cada mamada subía un escalón”, “trago mas leche que un condón”, “esto es más bajo que eyacular sin erección” rezan sus versos irónicos. Insisto, la sesión de residente es espectacular, en el sentido literario es maravillosa, la referencia al libro del Quijote es extraordinaria, en su apartado del caballero de los espejos y como en aquel capitulo Sansón Carrasco y sus trajes de colores llamativos se vuelven burla para todo aquel que lo vea pasar, para Residente eso es hoy la cultura del hip-hop. Sin embargo, ¿no fue el propio Residente quien en unos MTV Awards nominó a Hugo Chávez a mejor “artista pop”?  No sé, quizá sería prudente que dejemos de comer tanto caviar perfumado de odio y empecemos a comer hot dogs lumpens y digeribles para todo público. Es solo una idea.

 

Nos leemos pronto

 

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