Tonto es el que piensa que el pueblo es tonto. Lo dijo Andrés Manuel López Obrador en alguna de sus campañas presidenciales y se convirtió en una verdad que anida en el corazón de todos los mexicanos.
Antes de eso, sabíamos que el pueblo se cansa de tanta pinche transa, pero que sólo hasta los años noventa se descubrió que el voto es el arma de los ciudadanos para expresar el hartazgo de tanta pinche transa. Fueron los años de la llamada “transición democrática”.
Ambas verdades se expresan en lo que la teoría denomina el voto de castigo: la auténtica razón del voto que tienen los mexicanos es expresar su disgusto, su cansancio y su hartazgo por tanta pinche transa.
El voto de castigo contra el PRIAN produjo un tsunami electoral de 30 millones de votos que llevaron al poder a López Obrador en 2018. Pero ni en ese momento la sociedad mexicana se volvió zombi.
Pese a los llamados de “6 de 6”—el voto lineal en favor de Morena—por los senadores de la coalición Morena-PT-PES votaron 24 millones—seis menos que por el presidente—y un poquito menos por los diputados federales.
Pensar que en Puebla hay electores zombis que harán caso al “3 de 3” es bastante estúpido, pues no lo hicimos así ni siquiera en 2018 bajo la esperanza de AMLO.
En Puebla, AMLO recibió 1.75 millones de votos; la dupla al Senado Armenta-Nancy obtuvo 1.4 millones—350 mil menos que AMLO—y los diputados federales 1.35 millones —400 mil menos que el presidente—. Ahí la evidencia del voto diferenciado.
En Puebla capital el voto cruzado o voto diferenciado es brutal. La ciudad le dio a López Obrador 490 mil votos mientras que Claudia Rivera Vivanco ganó con 340 mil sufragios, 150 mil menos de los que le dieron al tabasqueño.
Tres años después, ¿cuántos de esos 340 mil poblanos volverán a votar por Claudia para reelegirse? ¿De esos, cuántos dejarán de ir a las urnas por la decepción y cuántos ejecutarán el voto de castigo por la hedionda corrupción que se vivió en Palacio Municipal?
Si pierde uno de cada tres votos que obtuvo en 2018, Claudia se quedaría en 225 mil votos, pero tomando en cuenta que habrá una menor participación, a la alcaldesa sólo le queda un máximo de 200 mil votos.
Con el voto cruzado, Eduardo Rivera Pérez se mantiene entre 320 y 340 mil votos.
Enrique Cárdenas, un candidato monigote y ridículo, en la extraordinaria de 2019 sacó 230 mil votos en la capital. Y eso que era un hazmerreir.
Así que el candidato del PRIANRD va a ganar el domingo por una diferencia de 100 mil votos.
Eduardo Rivera Pérez es el próximo alcalde para ejecutar la misión Saving Puebla.
Sí, será una paliza.
Claudia Rivera Vivanco se va a ir al basurero de la historia.
Habrá quien diga que son cuentas de la lechera, pero les recuerdo que en 2018 fui el único columnista a nivel nacional que pronosticó 30 millones de votos para AMLO en el tsunami electoral. Aquí les dejo la columna en la que publiqué esos cálculos el 5 de junio de 2018, casi un mes antes de la elección.
El sentimiento que va a llevar al poder a Eduardo Rivera Pérez es el encabronamiento colectivo de los poblanos contra el peor gobierno municipal de la historia.
O sea, puro voto de castigo.
No hay que confundirse.
Lalo viene a salvar a Puebla.
Ya luego veremos.
Lo escribió Gabriel Zaid el domingo: “La respuesta ciudadana a un sexenio anticiudadano no debe ser la abstención, sino el voto de castigo”.
Venga, porque se aceptan apuestas.
