Es un lugar común para superar la depresión o un desamor. “We, vámonos de compras y luego por un helado”. Es la recete universal para un corazón roto. Y es tan universal que Claudia Rivera Vivanco, desolada por la terrible derrota, no encontró mejor remedio para superarla que darle con tubo al erario.

 

 

La alcaldesa, que regresó a ejercer su cargo el 14 de junio, en apenas una quincena superó su depresión gastándose 772 millones de pesos. Así también yo.

 

Para el mes de junio, el Cabildo presupuestó 337 millones de pesos. Pero tras su regreso, le metió turbo y se autorizó 435 millones para compras de pánico: obras que no va a inaugurar, programas absurdos, dispendio a lo bruto.

 

Parece que el chiste popular se volvió realidad: ¿A qué regresó Claudia tras la derrota? Pues a llevarse lo que le faltaba... y a pagarle a sus inversionistas de campaña que, dicen, le metieron 50 millones a su fallido intento por reelegirse.

 

Eduardo Rivera Pérez tiene toda la intención de llevar la fiesta en paz, pero la alcaldesa ni se deja ni se ayuda. A 92 días de entregar el poder, hace hasta lo imposible porque su vida sea un infierno a partir del 15 de octubre.

 

 

Si cree que el tercer año fue terrible por la derrota, no sabe lo que se avecina en el cuarto, para el que no habrá blindaje suficiente.

 

La alcaldesa toma decisiones incomprensibles, entre ellas la de vaciar las cuentas bancarias del Ayuntamiento en apenas tres meses, para dejar una tonelada de cuentas por pagar y de obras por entregar al próximo alcalde.

 

Cualquier podría pensar en un sabotaje a la próxima administración municipal, pero ella navega con bandera de… no entender nada. Una alcaldesa sin malicia. Pero aún si fuera así, la ausencia de dolo no la va a salvar de las consecuencias.

 

¿Cuál es la primera de ellas?

 

Que de acuerdo a la Ley de Contabilidad Gubernamental a Eduardo Rivera le va a tocar entregar la cuenta pública 2021 al Congreso. Un año de cuenta pública de los que a Claudia corresponden 9 meses y medio, y a Lalo dos y medio.

 

¿Cree que Eduardo es tan ingenuo como para comerse algo indebido o asumir una responsabilidad que no le toca? Claro que no.

 

Aunque la imagen fue de cordialidad en ese primer encuentro, la relación entre los equipos se tensa por una razón: Leobardo Rodríguez, del equipo actual, no es funcionario público sino que será regidor, aunque dos años ejerció como secretario de Administración.

 

En realidad, el coordinador de la transición, del lado del gobierno municipal, es el secretario General Damián Romero, que no tiene mucha autoridad entre los secretarios y mucho menos con quien sigue siendo el poder tras el trono, Andrés García Viveros, pese a que Pamela Galindo ocupa formalmente el puesto.

 

Para todo mundo es obvio, incluida la presidenta, que el paquete de obras por 305 millones de pesos que plantea Israel Román Romano es absurdo porque, aun si todo avanzara a un ritmo extraordinario, por arrancar en temporada de lluvias, el máximo avance que lograrían es de 60 %.

 

En otras palabras: van a ser obras que Claudia no va a inaugurar sino que las heredará a Lalo, pero también los finiquitos de obra. ¿A poco el nuevo gobierno no se va a dar cuenta de los sobrecostos?

 

Sotto voce, en el Ayuntamiento se dice que la prisa por lanzar ese paquete de obras tiene que ver con pagar los gastos de campaña a quienes invirtieron, para evitar que en lo futuro vuelva a darse un escándalo proveniente de contratistas resentidos como pasó con ‘CJ’.

 

Pero el escándalo es inevitable porque versiones consistentes dicen que la UIF tiene centrados a cinco personajes de los que tienen detalle de su evolución patrimonial así como de sus familias en los últimos tres años.

 

Después del 15 de octubre, vivirán una pesadilla.