El domingo el presidente López Obrador regresará a Puebla luego de un buen tiempo sin venir, y aunque la gira a Huauchinango promete poco, en términos políticos su presencia en la capital para el próximo lunes 4 de octubre resulta intrigante una vez que su primera actividad confirmada es un desayuno a solas con el gobernador Barbosa.

 

Sí, un cara a cara en la que dialogarán sobre el futuro de México, de Morena, pero también de Puebla.

 

En ese tiempo desde que no visita Puebla el escenario político se modificó con alteraciones en la fortaleza o debilidad de los actores principales en el tablero del 2024 que López Obrador insiste en acomodar desde hoy, presuntamente, en favor de Claudia Sheibaum como su tapada presidencial.

 

 

El primer cambio es la derrota de Claudia Rivera a la reelección, y más que eso, su pulverización electoral y su riesgo inminente de pisar la cárcel no por la voluntad de Barbosa, sino por la multitud de tropelias cometidas por ella y sus principales funcionarios al grado que la ASE, sólo por la cuenta 2019, le observó 4 mil 300 millones de pesos, el 85 por ciento del presupuesto de ese año.

 

Consecuencia directa, Acción Nacional tuvo un avance significativo con la victoria de Eduardo Rivera Pérez en la alcaldía. Pero el PAN que ganó la capital es el PAN del Yunque, de Felipe Calderón, de Margarita Zavala, de Josefina Vázquez Mota y de todos los que se robaron la elección presidencial de 2006.

 

¿En verdad creen que en Palacio Nacional no les asquea la victoria de ese PAN y su empoderamiento en Puebla, así como la posibilidad que abren de recuperar el estado en 2024?

 

¿No tiene AMLO comentarios al rumor de que Eduardo Rivera es el tapado del gobernador Barbosa a la sucesión estatal de 2024?

 

El segundo movimiento político es el final de la era Esparza al frente de la BUAP, un rector que saldrá de la escena pública sin dirección a otro cargo pero con el riesgo inminente, también, de pisar la cárcel por sus muchos desvíos financieros.

 

Ese final no es abrupto ni dramático, pues Esparza tuvo todavía tiempo de acompasar su sucesión adhiriéndose la candidatura de la Dra. Lilia Cedillo, que aunque es ducha para la grilla universitaria, pasará un tiempo antes de foguearse en la real politik fuera de la BUAP.

 

¿A ese traslado de poder en la BUAP obedece la visita de AMLO a Puebla el 4 de octubre, la fecha en la que Esparza rinde su último informe y por la tarde la Dra. Cedillo tendrá su toma de protesta virtual?

 

¿Algún mensaje al respecto platicará López Obrador con el gobernador poblano?

 

Otro de los cambios sustanciales en la escena tiene que ver con la salida de Rodrigo Abdala de la súper delegación de Bienestar y su sustitución por Vida Inés Vargas Cuanalo. La nueva funcionaria ha hecho tan poco ruido desde su llegada que se rumora que en realidad desempeña un interinato a la espera del auténtico responsable.

 

¿Quién puede ser?

 

Si a alguien le tuvieron que guardar el cargo, por cuestión de tiempos, sólo pudo ser a Claudia Rivera.

 

 

¿Le anunciará AMLO a Barbosa esa designación?

 

Por último, el escenario se recompone porque en Puebla también se vive un ambiente sucesorio con dos aspirantes adelantados que en nada le gustan al gobernador: Nacho Mier y Alejandro Armenta, sin un tercer corredor visible.

 

¿Viene Andrés Manuel a organizar la sucesión de Puebla?

 

¿Trae la pinche señal?

 

 

Ay nanita.