Se lo repitieron hasta el cansancio a Marko Cortés durante las rudas negociaciones al interior del PAN. Una y otra vez insistieron como argumento para no darle la candidatura a la alcaldía. O para dársela, pero imponerle la planilla de regidores.

 

“Eduardo no cumple, es parte de su historia política”.

 

El líder nacional del panismo entendió que se trataba de una exageración y propuso la firma de un acuerdo por escrito, pues ninguna de las partes creía en la palabra del otro. Privaba la desconfianza.

 

Eso zanjó momentáneamente la disputa. Se le entregó la mayoría en la planilla, pero hubo un acuerdo alterno.

 

El documento fue resguardado por Héctor Larios, y firmado en presencia de Oswaldo Jiménez —como testigo del genovevismo— y Jesús Zaldívar como testigo de Eduardo. Delante de Marko Cortés, todos se dieron la mano.

 

Para Marko Cortés era un buen negocio, de hecho lo era para todos, pues así el PAN ganaría caminando la alcaldía de Puebla. Así ocurrió, pero justo en el límite de los votos duros que sumaron los partidos del PRIANRD.

 

Eduardo Rivera amenazaba ir por MC: mi capital político son 150 mil votos, les dijo. Pero con esos números no ganaba.

 

Estiró la liga para tener el control de la planilla. El edil electo todavía sufre con la traición en Cabildo de Miriam Mozo, Pedro Gutiérrez y Carlos Ibáñez en una de las últimas sesiones, a días de entregar el gobierno. Por eso buscaba el control absoluto de la planilla.

 

Hasta aquí los hechos, pero luego comienzan las divergencias.

 

Según los genovevos, el acuerdo dice expresamente que se entregarán 25 por ciento de las posiciones a panistas propuestos por el Comité Directivo Estatal, o sea Genoveva.

 

Según los eduardistas, el acuerdo dice que se entregarán a panistas, pero no reconocen la adenda de “propuestos por el Comité Directivo Estatal”.

 

Ahora la bomba estalló con la presentación del gabinete. Con casi todos los cargos entregados, el gobierno es de Eduardo y Genoveva se quedó chiflando en la loma. No le dieron ni una dirección de área. Ni una jefatura de departamento.

 

Inmediatamente, Eduardo Alcántara salió a desinflar lo que se perfilaba como un ‘gabinetazo’ y terminó como una repartición a las familias custodias del Yunque.

 

 

La oposición a Eduardo Rivera no vive fuera del PAN, sino dentro del PAN.

 

 

Si Lalo fuera morenovallista, la cosa se hubiera arreglado muy rápido: le hubiera dado a Genoveva las posiciones que pedía para no poner en riesgo su postulación en 2024. Panistas en armonía como una familia feliz, enrutados a conquistar Casa Aguayo.

 

Pero como Lalo proviene de ese PAN que era oposición testimonial pero no luchaba por el poder, ahora juega a monopolizar lo ganado para él y su grupo.

 

Ahora únicamente queda esperar qué opina Marko Cortés de todo esto y cómo impactará rumbo al 2024, así como en la batalla por la dirigencia estatal.

 

Sólo basta recordar que apenas el líder nacional se deshizo en elogios hacia Genoveva, mientras que a Lalo y sus compañeros les cortaron el internet, pues el alcalde electo festejó su reelección hasta 24 horas después, y muchos de sus fieles ni siquiera lo hicieron.

 

La fractura es evidente e inocultable, así que no dude que desde el Comité Estatal se promueva un boicot a la toma de protesta del alcalde en el Centro Expositor.

 

Lalo se entercará más en el argumento de que el gobierno de la ciudad no puede basarse en el pago de cuotas, pero Alcántara ya evidenció que se trata de un gobierno familiar.

 

¿Qué piensa de todo esto Marko Cortés?

 

¿Algún día se hará público el documento que supuestamente resguarda Héctor Larios?

 

¿Lalo cumplió o incumplió?

 

O como a veces dicen los psicólogos: se trata de una profecía autorrealizada.