Sábado, 11 de Mayo del 2024
Miércoles, 07 Febrero 2024 00:24

Eduardo Rivera: ni ideólogo, ni intelectual del Yunque

Eduardo Rivera: ni ideólogo, ni intelectual del Yunque Escrito Por :   Javier Arellano Ramí­rez

Hasta en eso es limitado el aspirante a la gubernatura quien se conforma con pequeños negocios para él y sus secuaces. Ahí está su corta visión en los “box lunch”, un enjuague bajo la mesa con su amigo Bernardo Arrubarrena.


 

En estos días se hace necesario repasar y releer los libros ‘El Yunque’ y ‘El Ejército de Dios’ de Álvaro Delgado quien narra en detalle el surgimiento de la organización política, empresarial y religiosa.

 

El periodista menciona a aquellos que fueron los ideólogos fundadores, los patriarcas intelectuales de la agrupación sinarquista que persiste hasta estos días.

 

Desde una perspectiva histórica son nietos de los conservadores que pelearon contra Juárez e hijos de los cristeros que enfrentaron al gobierno de Plutarco Elías Calles.

 

Ambos libros son documentos medulares para conocer las entrañas de una corriente ideológica que siempre operó desde las sombras. Sus cimientos datan de décadas y fueron la base de una expansión nacional.

 

Se trata de una organización de ultraderecha que llega hasta los tiempos actuales con la administración municipal de Eduardo Rivera Pérez.

 

Hoy más que nunca se hace obligado releer a Álvaro Delgado para dimensionar la ideología, el férreo dogmatismo que creó al Yunque y que llegó al grado de preparar grupos armados.

 

Para la óptica de Cúpula se debe subrayar la enorme brecha que separa a una y otra generación.

 

De aquellos pensadores al pragmatismo frívolo de Eduardo Rivera hay décadas y kilómetros de distancia. El suspirante está muy lejos de ser considerado un intelectual. Por el contrario, sus acciones reflejan una mente superficial.

 

Eduardo está más cerca de Rafael Moreno Valle que de Ramón Plata Moreno.

 

Al alcalde con licencia le importan más los pequeños negocios como los parquímetros o entregar el mobiliario urbano como espacio publicitario. Ni siquiera tiene la ambición y la visión de Rafael para proyectar un complejo de edificios como el CIS o un museo como el Barroco.

 

Hasta en eso es limitado el aspirante a la gubernatura quien se conforma con pequeños negocios para él y sus secuaces. Ahí está su corta visión en los “box lunch”, un enjuague bajo la mesa con su amigo Bernardo Arrubarrena.

 

En días recientes circularon documentos que muestran a Adán Domínguez Sánchez como socio de una empresa familiar propiedad de Rivera Pérez. La difusión nunca fue desmentida.

 

Moreno Valle utilizó toda su fuerza para imponer a Martha Erika como gobernadora. Lalo solo puede pedir una diputación plurinominal.

 

Pero sobre todo la elección 2024 exhibe, desnuda a Rivera Pérez como un político con enormes limitaciones. Su presencia solo llega hasta Amalucan; no tiene resonancia en el interior del estado; vaya, ni siquiera tiene diagnósticos certeros de lo que sucede en las regiones poblanas.

 

Está haciendo giras de forma, pero sin fondo. Se encuentra frente a un panismo anémico, raquítico que desde 2010 fue desmembrado para dar paso a los arrebatos viscerales y caprichos del morenovallismo.

 

Por eso tiene que recurrir al apoyo de impresentables como Inés Saturnino en Tecamachalco o Eliseo Lezama en Tehuacán; uno de los hijos putativos de Felipe Mojarro quien ya no convoca ni a una centena de panistas.

 

Se está rodeando de las lacras de un albiazul desgastado. Esas compañías no le suman votos, al contrario, le restan.

 

Haciendo a un lado las siempre polémicas encuestas es claro el reducido ruido que provocan las giras de Eduardo y todavía se le ocurre acudir a municipios en los que ni siquiera hay comités albiazules.

 

Rivera Pérez perderá la elección al tiempo que su influencia se reducirá en Puebla capital. Luego del proceso electoral tendrá una curul para su esposa y la pesada sombra de perder la contienda a la gubernatura.

 

Pero sobre todo dejará constancia que nunca fue un ideólogo o un intelectual de la derecha. Jamás tendrá la estatura de Manuel Díaz Cid o Federico Müggemburg.

 

Lalo es solo un pequeño mercader de la política que soñó con ser gobernador de Puebla.

 

Si acaso puede ser considerado un monaguillo del Yunque, pero nunca un pensador. 

 

Como siempre quedo a sus órdenes.

 

X @CupulaPuebla

 

cupula99@yahoo.com   

 

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