En un país donde los números electorales tienden a fluctuar tanto como los canales de televisión, resulta intrigante observar cómo la participación ciudadana se dispara en un concurso de entretenimiento, pero tropieza en las urnas de la democracia.
En un rincón de la arena política, México ha sido testigo de elecciones intermedias con tasas de participación que han oscilado como un péndulo, alcanzando su punto máximo en 1997 con un 57.69 por ciento.
Y en la esquina opuesta, la contienda por el cargo máximo en 2018 atrajo al 68 por ciento de los votantes, con el 52.96% respaldando a AMLO, un resultado que podría ser un grito a la participación, pero ¿es suficiente?
La paradoja se hace evidente cuando consideramos el fenómeno de ‘La Casa de los Famosos México’, donde la ganadora, Wendy Guevara conquistó la televisión con una deslumbrante cantidad de 18 millones de votos.
Aunque la votación se realizaba a través de un simple código QR, lo que no asegura legitimidad en el proceso ¿podríamos decir que la comodidad tecnológica supera la responsabilidad ciudadana?
La comparación se vuelve aún más intrigante al desmenuzar los números.
En un país donde los votos en elecciones son a menudo reñidos, ver a 18 millones apoyando a un solo concursante es impresionante.
Y si ponemos las cosas en perspectiva, estos números eclipsan al apoyo recibido por algunos candidatos políticos en 2018:
Son casi 6 mil votos más que el PAN con Ricardo Anaya.
Casi el doble de los votos recibidos por el PRI con Meade.
Y más de la mitad de los recibidos por MORENA con nuestro Presidente.
En 2018, esa misma democracia vio a cerca de 56 millones de mexicanos depositar su voto. Pero, ¿qué dice esto sobre la preferencia de la ciudadanía?
En 2012, el ganador de la contienda, Enrique Peña Nieto, tuvo poco más de 19 millones de votos. Tan solo 1 millón más de los de la ganadora del reality.
Suponiendo que no existan iregularidades en el proceso, como la ya común denuncia ciudadana de presunta compra de votos, acarreo, etc. Hablamos de una participación totalmente eclipsada por un programa de tv.
Un programa que no realizó propaganda electoral, que no repartió volantes, folletos, tapizó de lonas ni cuenta con toda una estructura de seccionales, representantes por colonia, municipio, distrito y entidad.
¿Realmente nos preocupan más las intrigas en una pantalla que las decisiones de quienes gobiernan nuestras vidas?
Este curioso contraste entre la apatía en las urnas y el entusiasmo frente al televisor plantea interrogantes profundas.
¿Acaso pocos candidatos logran captar la imaginación de la ciudadanía?
¿O es que la atracción de la ficción supera la relevancia de la realidad política?
¿Será que ‘La Casa de los Famosos’ tiene más relevancia para algunos que sus propios Gobiernos locales, estatales o federales?
No se puede ignorar la presencia de ex candidatos y hasta un ex diputado federal en el reality.
Tampoco podemos ignorar que en nuestro país tenemos a presidentes, diputados, senadoras y hasta a un Gobernador, salidos del medio televisivo.
Eso nos habla de que existe una parte de la ciudadanía que tiene mayor afinidad hacia los canales de televisión abierta que hacia un partido político.
Así que mientras nos debatimos entre ataques políticos y giros dramáticos en la televisión, cabe preguntarnos si esos más de 30 millones de votos del reality son la pieza faltante en el rompecabezas de la participación electoral completa.
¿Con esos más de 30 millones de votos en ‘La Casa de los Famosos’ alcanzaríamos el 100 por ciento de participación electoral (tomando como referencia el 2018)?
La comparación es muy burda para llevarlo al análisis electoral, pero sirve para conocer los intereses de un gran porcentaje de la población.
Si bien no podemos equiparar ambos escenarios, la comparativa nos invita a reflexionar sobre cómo elegimos dónde dirigir nuestros aplausos y votos en un país donde la realidad y la ficción a menudo se entrelazan de maneras sorprendentes.