Pregunta obligada:
 ¿Qué estamos viviendo en México?
Una pregunta con docenas de interrogantes para las que cuesta trabajo encontrar una respuesta.
Los datos hablan de un crecimiento en los números de pobres alimentarios, de delitos con violencia, de robo de vehículos, de mexicanos sin medicamentos, de niños que abandonan la escuela para trabajar a cambio de unas monedas, cada vez más feminicidios, etc.
Frente a este panorama, tenemos un presidente que con “otros datos” se enfrasca en buscar culpables en el pasado y se olvida de dar respuestas contundentes.
En tanto no desperdicia la oportunidad de comparecer ante la nación y así mañana con mañana ante un grupo de periodistas arma una arenga en contra de quienes no piensan igual que él.
La pregunta entonces es ¿qué podemos esperar de un mandatario que trae confundidos los términos? y que, en lugar de trabajar, de gobernar, de dar respuestas a sus 135 millones de gobernados, los confunde, los polariza declarando una confrontación entre “los oligarcas, los pudientes” y “los que sólo tienen su nobleza”.
¡No se vale! Que desde el centro del país nos dividan y todavía más, este lunes lanzó la velada amenaza de que los habitantes de las alcaldías más broncas, están listos para defenderlo de los ataques de los conservadores.
¿De qué se trata?
¿Se da cuenta de lo que dice?
Ya, que lo controlen en su oficina y en su casa, necesitamos un presidente cuerdo, que gobierne, que coordine esfuerzos y que dé resultados.
Que disfrute del poder con su trabajo, para recoger los frutos por añadidura, para que se vuelva a hablar bien de México.
¡¡¡No a un nuevo Nerón!!! que quiere incendiar al país por sus apetitos personales y complejos monumentales.
Queremos un presidente ‘bueno y sabio’ que construya y no destruya, que nos una y nos lleve a la auténtica prosperidad.
 
               
	   
															