Dijera el clásico ‘que asquerosidad es ésta’ refiriéndose a los resultados de la primera etapa del proceso político dentro de las filas de Morena, para elegir al abanderado de la defensa de la 4T, para que contienda por la gubernatura de Puebla en un lapso de nueve meses.

 

Lo que está visto es que después de prometer un proceso democrático para acabar con el famoso ‘dedazo’ la 4T se hizo bolas, retrocedió medio siglo y con las manos en la masa, no supo preparar el tamal como lo preparaba el viejo PRI.

 

En Morena se agotaron de gritar a los cuatro vientos que acabarían con los vicios del pasado y resultó que no pudieron con el paquete, y evidenciaron su falta de visión y dominio para acomodar las cosas para que pareciera que de veras al interior de las filas de Morena el peso de la democracia define el rumbo.

 

¡Qué pena!

 

El barniz se les hizo bolas y ahora por donde lo quieran enmendar, la evidencia de su incapacidad es latente.

 

En el intento de democratizar el proceso lo único que ha profundizado es la polarización al interior del movimiento. Y a los ojos de terceros obliga al replanteamiento de que no es la alternativa para resarcir el quehacer político mexicano.

 

¿Qué sigue?

 

Por donde le intente recomponer, la evidencia está a la vista y la credibilidad por los suelos.

 

En Morena el que salva el movimiento es el presidente, le pese a quien le pese, los números hablan por sí solos, su aceptación pese a que ha bajado, es del 58 por ciento.

 

Vamos por partes, hace pocos meses después de que Morena perdiera varias alcaldías de la Ciudad de México, el presidente en una mañanera habló de aspiracionistas y dijo que el ser humano no debe aspiracionar más que a lo elemental para ser feliz, debe tener solo un par de zapatos, un pantalón y una camisa, sin necesidad de cinturones de marca; a lo que llego a la conclusión porqué la gente no lo toma en cuenta.

 

El presidente se equivocó, porque para las próximas elecciones de gobernadores, senadores, diputados federales, locales y alcaldes, han surgido medio millón de aspiracionistas de todos los partidos políticos que “dicen” quererse sacrificar por el pueblo para ser sus guías y maestros.

 

Recordemos que el presidente nos llamó sus mascotas, el mismo día que habló de ‘las corcholatas’.

 

Sin embargo, la historia desde la antigüedad ha plasmado ejemplos terribles de la condición humana. El primer homicidio para los judíos y cristianos fue entre Caín y Abel y así en el antiguo testamento la naturaleza humana hizo que muchos mataran a sus padres, hermanos, cónyuges y conocidos, por la aspiración a tener y encabezar un reinado.

 

La misma historia se repite en la India, en Roma, en Grecia, de crímenes y acciones para legar a tener un poder mundano.

 

Debemos recordar cuando el papa sabio Juan Pablo II vino a México que le dijo a la periodista Valentina Alazraki, “estamos en la tierra, no en el paraíso”.