2 guerras al mismo tiempo, nunca antes se habían producido.

 

Hoy nos toca a esta generación presenciarlas casi a control remoto por el avance de los medios que permite la conexión de los puntos más distantes en tiempo real.

 

Conforme avanza el reloj, las cosas se van tornando más difíciles para todos, pese a la distancia.

 

Presenciar las escenas de las agresiones, ver cómo caen los muertos, cómo toman de rehenes a niños, jóvenes, maduros y ancianos que estaban en sus casas; ver cómo se venían abajo los edificios, entender el pánico que hace presa a quienes están por la zona del conflicto, escuchar las crónicas de como ocurren los hechos; dobla hasta al más duro.

 

Tener noticias de que la crisis sorprendió a mexicanos que paseaban, estudiaban o trabajaban por allá, te impacta.

 

Como también te impresiona saber que un sacerdote poblano Juan María Solana Rivero lleva una década por esas tierras con la misión de dirigir el Centro Magdala, como director general del Instituto Pontificio Notre Dame de Jerusalén.

 

Aunque la presencia del clérigo poblano en Israel de alguna forma te mitiga el ansia porque sabes que “el paisano” actuará con solidaridad no solo con los mexicanos, sino con todas las personas creyentes que fueron hasta esas tierras para conocer y seguir la ruta de Jesús.

 

Salimos de una pandemia de dos años y pensamos que con muchas ganas íbamos a salir adelante.

 

Inmediatamente vino la invasión a Ucrania y volvieron a complicarse las cosas, teniendo en cuenta que ese país nos vende fertilizantes, metalúrgicos y cereales, que comenzaron a escasear y a encarecer junto con todos los productos derivados.

 

Para entonces el fenómeno inflacionario resultó imposible controlarlo, insidió en un mayor encarecimiento.

 

Y cuando le vamos dando el golpe, esta nueva guerra nos avienta contra las cuerdas y nos repercute a todos que seguimos retrocediendo.

 

Esto podría decirse que apenas comienza.

 

Si ya por un esquema económico se anticipaba el encarecimiento de la gasolina por la reducción del subsidio, y se anticipaba un encarecimiento del azúcar, hoy tenemos que entender que viene otro brinco inflacionario que anticipa una “amarga navidad” y desde luego el aumento de la pobreza que hoy será ampliamente manoseada en las campañas políticas sin visos de acciones efectivas para resolverla porque además se tiene que resolver “hoy” no puede esperar para después de las elecciones de junio.

 

Surge la pregunta obligada.

 

Si para coordinar los esfuerzos de los mexicanos estuviera al frente alguien mejor enterado y con otra visión y con más disposición ¿las cosas resultarían menos difíciles? aunque no recomiende abrazos.