Muy cerquita de nosotros, aquí en el vecino estado de Tlaxcala, en Apizaco para ser precisos, hay todo un revuelo ante la notificación de una de las empresas que en los últimos 30 años influyó en forma sustancial a la economía de la región, Nestlé, se irá con el mes de septiembre.

¡Aguas!

Cuando las grandes deciden dejar sus instalaciones e irse para no volver.

Las 500 personas que ahí laboran, jefes de familia en el 95 por ciento de los casos, están desesperados, viven en un ambiente de incertidumbre ante un futuro incierto y los riesgos de una liquidación no justa tras los años de trabajo, que en muchos de los casos es de 30 años, desde que llegó la firma.

La empresa, por su parte, ya hizo las notificaciones correspondientes a trabajadores, líderes sindicales y proveedores.

El gobernador del estado, Mariano González Zarur, confirma la noticia y se cruza de hombros.

 -¡Qué le vamos a hacer!-

¡Claro! La empresa se va por así convenir a sus intereses con todo y los salarios y prestaciones cómodas que encontró en el vecino estado hace más de tres décadas.

El cierre es decisión tomada del consorcio, que todavía el año pasado puso en operaciones la área de producción de productos Gerber.

Nestlé se va y en forma comprometida notifica a sus empleados y trabajadores su disposición para “asesorarlos laboralmente” -según ha dicho- a fin de que emprendan un nuevo proyecto productivo en sus vidas.

La empresa, para irse, reubica sus líneas de producción de refrigerados como el yogur a otra planta a la que está dispuesta a darle su licencia .

Todo está decidido.

No hay vuelta de hoja.

Es decir, 500 familias que hicieron posible la operación de Nestlé en Tlaxcala, tienen los días contados en su centro de trabajo.

¿Qué pasará con su industria proveedora?

¿Habrá más cierres?

¿Qué plan B pueden tener los trabajadores y el mismo gobierno?

¿Hacia donde va el futuro de muchas factorías? Sobre todo en este momento que se ha vuelto coyuntural ante un encarecimiento escandaloso alentado mes con mes con el incremento a los precios de los energéticos que atizan la carrera inflacionaria.

Como ejemplo, el kilo de huevo en una semana encareció entre 8 y 10 pesos.

¿A quién le alcanza el salario mínimo?