Friday, 03 de May de 2024


Lo posible del PRI se ladea hacia lo imposible




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En la vida existen misiones posibles e imposibles; las primeras, alientan y dan esperanza, proporcionan alegría; las segundas, son pesimistas y cabizbajas, transmiten tristeza. Hace apenas mes y medio el PRI infundía la posibilidad de poder convertirse en el contrapeso real del morenovallismo, hoy se ve sin ánimo y herido de muerte.

Definitivamente las cosas pintan de otro modo a como pintaban antes de que se desatara el caos interno. Ese caos que enfrentan todos los partidos políticos de manera discreta o indiscreta, pero que no todos resuelven con tino, tacto e inteligencia. El problema del PRI fue que nunca lo resolvió y se antoja difícil que tenga tiempo de resolverlo por el número de ofensas.

 

 

Las victorias montadas en la vigencia simplista de Enrique Peña Nieto parecen haberse esfumado. Antes los priistas pensaban que con la popularidad, el carisma y con la aceptación del presidente de la república su partido triunfaría. Los precandidatos a alcaldes y diputados sentían el triunfo en la bolsa. Olían el respaldo económico de la federación. Incluso se burlaban del gobernador; cantaban su fracaso. Hoy, ya lo dudan, ¿y cómo no habrían de dudarlo después de tanto desgarriate?

 

 

A mí me hubiera gustado una contienda más pareja. Una contienda donde morenovallistas y priistas participaran en una carrera de iguales. Donde los dos tuvieran motores ocho cilindros. Donde las oportunidades de ganar del PRI fueran las mismas que las del gobierno estatal. Sin embargo no lo percibo así. Lo que veo es a un Moreno Valle conduciendo un McLaren y mirando por el retrovisor a los candidatos que no son suyos.

 

 

Triste. Lamentable. Parece ser que la oportunidad de atestiguar un Congreso del Estado plural e independiente no será posible. No, al menos, a corto plazo. Ojalá me equivoque. Ojalá y las fuerzas políticas del Legislativo se dividan, se repartan de tal suerte que no se denigre a lo de hoy: una oficina de trámite del Ejecutivo.

 

 

Y que de igual forma las ciudades importantes del estado se distribuyan entre los participantes de esta contienda 2013. Un fenómeno social de esa naturaleza daría equilibrio a la democracia poblana y le restaría poder a un gobernador que gusta abusar de él. Pero, insisto, yo no lo percibo así. Una cosa son los buenos deseos y otra la realidad juzgada.

 

 

Echemos un leve vistazo a Enrique Agüera. Si fue verdad que cuando el PRI lo nominó candidato a alcalde le sacaba en preferencia de voto 15 puntos de ventaja a José Antonio Gali, debe entenderse que con los 2 o 5 de hoy a favor suyo, su campaña se cayó antes de que iniciará; y si así fue, es cuestión de días para que el candidato de Puebla Unida lo rebase. La misión posible del priismo, tiende a ladearse hacia lo imposible. ¿O no?

 

 

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