La responsabilidad tiene mucho que ver en todo esto. La ética también. Los principios. Los valores. El nivel cultural. En 2011 la canciller de Francia, Michelle Alliot-Marie, renunció al puesto por la presunción de haber recibido unas vacaciones regaladas de un empresario de Túnez. Y qué me dicen de Helmult Kohl que tuvo que dimitir a la cancillería alemana por la sospecha de haber sido él el orquestador de depósitos triangulados al Partido Demócrata Cristiano.

De nuestros diputados locales no sólo se ha sospechado de que reciben compensaciones y bonos económicos para que aprueben las iniciativas que les envía el Ejecutivo, sino que incluso ellos mismos se han encargado de dar todas las facilidades y las pruebas para que la prensa se los demuestre.

¿Y qué me dicen de los viajes dentro y fuera del país solventados muchos de ellos con dinero público? Todo les resbala. No se inmutan si los señalan de ladrones sinvergüenzas e irresponsables, nomás se ríen; están tan acostumbrados. Vergüenza, responsabilidad, allí está la clave. México necesita políticos con vergüenza y responsabilidad. Políticos que sirvan al pueblo los mandatos que el pueblo les confiere. Que concluyan sus responsabilidades.

Pedirles a esos 18 diputados chapulines que no sean así, que rectifiquen y regresen a sus curules a legislar por el periodo que los votaron es un grito en el desierto. Lo sabemos. Qué se puede esperar de ellos. Carecen de responsabilidad y de principios. Ellos quieren ser presidentes municipales para seguir viviendo del presupuesto. ¿Qué será más grave, sospechar que quieren seguir viviendo del presupuesto o que ambicionan seguir detentando el poder por el poder? ¿Qué será peor?

Francamente no sé lo que piensen mis colegas tecleadores, pero yo tengo más preguntas que respuestas al ver a tanto diputado saltando de sus responsabilidades legislativas para intentar caer en una presidencia municipal. ¿No les dará vergüenza? ¿De verdad tienen la cara tan dura?