Pero el panista, y su antecesor Vicente Fox, parece que nunca se hicieron a la idea de que el cargo de Presidente de la República dura sólo seis años y que después deberían mantenerse alejados de la política discretamente, para no interferir en las acciones de gobierno de quien les sucediera en el mando.

Esa era una regla no escrita de los ex presidentes de la República de origen priista, y les dio muy buenos resultados. Pero los panistas no piensan igual y creen que como ex presidentes, ellos pueden seguir haciendo lo que se les venga en gana, hasta que llegan al límite y el cántaro se rompe.

Con el asunto del espionaje de Estados Unidos al ex presidente Felipe Calderón y al candidato Peña Nieto, el segundo presidente de origen panista se olvidó que fue él quien abrió las puertas a las agencias de inteligencia de los Estados Unidos, para que trabajaran a sus anchas en nuestro país y, adoptando una actitud soberbia, exigió, mejor dicho ordenó a la Secretaría de Relaciones Exteriores que presentara una enérgica protesta por haberlo espiado, pues era el presidente y el espionaje gringo era un atentado contra la institución presidencial.

Todo mundo sabe que don Felipe pretende controlar a su partido desde Estados Unidos, donde actualmente reside, y que aquí en México sus personeros, entre los que están los senadores Ernesto Cordero y Javier Lozano, están trabajando para hacerse de la dirigencia del Comité Nacional del PAN, sólo que entre los panistas que saben perfectamente que la caída de su partido en el pasado proceso electoral no fue culpa de doña Josefina Vázquez Mota, la señora “cuchi cuchi”, sino de los malos gobiernos de Fox y Calderón, están decididos a impedirlo.

Bueno, pues Calderón y Fox han sido una piedrita en el zapato para sus sucesores, porque así como nunca entendieron cuál era su papel como presidentes de la República, tampoco han entendido cuál debe ser su comportamiento como ex presidentes.

Pero Calderón ya llegó al máximo. No sólo no ha guardado la discreción y el respeto al actual gobierno federal, sino que le habla, le exige, como si continuara en la presidencia, que haga lo que él nunca hizo. Durante su gobierno los miembros de la DEA y de la CIA se paseaban por todo México, como por su casa.

Colmó la paciencia

La actitud de Calderón acabó de llenar el buche de piedritas y de inmediato tuvo dos respuestas: una de la Secretaría de Gobernación, que informó que se investigará si hubo funcionarios que por acción u omisión intervinieron en que desplegaran las acciones de espionaje a que fueron sujetos Calderón y Peña Nieto, cuando fueron presidente el primero y candidato el segundo.

La otra respuesta estuvo a cargo del antecesor de Calderón, el ex presidente Vicente Fox —ya fuera del panismo— quien afirmó desde España que a él siempre lo espiaron, pero que quien nada debe nada teme. “Tal vez Calderón tiene cargos de conciencia como los 80 mil muertos que hubo durante su gestión, por su guerra contra el narcotráfico”, manifestó.

“Eso del espionaje son pamplinas”, dijo el ex presidente, y eso es verdad.

Todo mundo sabe de los espías que las grandes potencias mandan a países amigos y enemigos. Ha habido películas, casi todas interesantes, sobre este tema que ahora surge como si fuera una novedad.

Por lo que respecta a México, Samuel Poinset, quien fue el primer embajador de Estados Unidos en México, vino inicialmente como espía en 1822, unos meses después de la consumación de la Independencia, e incluso se entrevistó con el entonces emperador Agustín de Iturbide.

Inglaterra mandó a un matrimonio de pintores paisajistas (entonces no había fotografía) para que retrataran las zonas que interesaban al imperio inglés. Ese matrimonio fue asesinado en Tacubaya, tal vez por espías de alguna potencia rival.

El varón de Humboldt vendió valiosa información sobre los recursos naturales de México a Estados Unidos, después de su viaje de exploración por nuestro país.

Como dijo Fox, hasta México espía, sólo que no espía a otros países, sino a sus propios ciudadanos.

Preparan el retorno de Cárdenas al PRD

Todo parece indicar que el PRD hará cambios en sus estatutos en la parte que impide a un dirigente perredista volver a serlo, a fin de que el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas pueda volver a dirigir al principal partido de la izquierda en México.

Varios medios de difusión de la ciudad de México, ya hablan de eso, de los planes que hay para quitar los candados que actualmente existen para que el ingeniero Cárdenas pueda volver a la dirigencia nacional del partido que fundó en 1989 y que dirigió desde ese año hasta 1993.

Al PRD le interesa sobre manera que un personaje de la talla de Cárdenas Solórzano quede al frente de un partido que desde hace algún tiempo va a la baja y que puede bajar aún más, después de que Morena obtenga su registro.

La personalidad de Andrés Manuel López Obrador sigue siendo atractiva para mucha gente de la izquierda y eso constituye un peligro de mayor debilitamiento para el PRD, partido en el cual militó el tabasqueño desde que ese partido entró a la vida política de México.

Los llamados “Chuchos” son dirigentes muy desgastados ya y no hay gente nueva con arrastre que pueda salvar al perredismo de la debacle.

Notas breves: En la reforma política que se está cocinando habrá algunas concesiones al PAN y al PRD, como el de la creación de un solo Instituto Nacional de Elecciones y la eliminación de los institutos estatales, que pidió Acción Nacional, pese a que con eso se debilita el federalismo y nos inclinamos más al centralismo que en el siglo XIX fue causa de una revolución que perdieron los centralistas conservadores; al Distrito Federal se le considerará para ser un estado, como ha solicitado el PRD. También se fijará un mínimo de 5 por ciento de la votación a los partidos políticos para seguir manteniendo su registro como tales, y se dirá no a la segunda vuelta en las elecciones. También es posible que se apruebe la reelección en los poderes legislativos federal y de los estados, pero no en los ayuntamientos… Dicen que los consejeros del IFE que terminan sus funciones no se llevarán 4.6 millones de pesos como pago de retiro, sino sólo 1.2 millones. Se afirma que la primera suma, que provocó un gran escándalo, está equivocada.