Friday, 03 de May de 2024


Sin arrojo no hay paraíso (fábula del polemista derrotado)




Written by 

Los ejes de la lógica política se han invertido en un caso extraño de “volver al pasado”. Agüera Ibáñez es el símbolo de la continuidad…pero del marinismo. Y Gali Fayad es el símbolo del cambio morenovallista…que ya gobierna desde hace casi tres años. ¿Cómo llegamos a ese punto?

Enrique Agüera se muere de nada.

 

 

Así lo demostró en el #DebateXPuebla, retrato de su estrategia a lo largo de la campaña que llega a su final.

 

 

Da un paso adelante, retrocede y vuelve a empezar.

 

 

Como en aquel spot en que llamaba a los poblanos a quitarse la mordaza y no tuvo continuación.

 

 

El ex rector arrancó el debate con un inicio prometedor: denunció que en apenas dos años del gobierno actual, o sea el morenovallismo, hay desesperanza y descomposición.

 

 

Entonces metió reversa y se refugió en el terreno de los lugares comunes del que ya no supo salir.

 

 

Perdió quizá su última oportunidad de presentarse a los electores como la ruptura a la continuidad del morenovallismo.

 

 

Así, es falso a todas luces es falso aquel dilema de “continuidad o cambio” que muchos periodistas interpretan como el clivaje en el que se parte la campaña.

 

 

Sí lo es por parte de Antonio Gali, que con cierto candor se asume como el heredero directo de Moreno Valle y hasta se da el lujo de apropiarse de sus logros.

 

 

Gali Fayad es el símbolo del continuismo pero Agüera Ibáñez no es el símbolo del cambio.

 

 

Y por el contrario, los ejes de la lógica política se han invertido en un caso extraño de “volver al pasado”.

 

 

Agüera Ibáñez es el símbolo de la continuidad…pero del marinismo.

 

 

Y Gali Fayad es el símbolo del cambio morenovallista… que ya gobierna desde hace casi tres años.

 

 

¿Cómo llegamos a ese punto?

 

 

El ex rector de la BUAP tuvo la culpa porque no se ha atrevido a asumirse como el hombre dispuesto a luchar contra todo aquello que ha hecho mal el grupo en el poder.

 

 

Sí, denuncia la inseguridad.

 

 

Sí, promete que gobernará con puros poblanos y no con fuereños.

 

 

Sí, ofrece la obra pública a los constructores locales que perdieron sus prebendas en 2010.

 

 

Sí, dice que gobierno que inventa se equivoca.

 

 

Pero no se atreve a señalar.

 

 

No nos dice quién es culpable de la inseguridad, de gobernar con fuereños, de entregar la obra a empresas foráneas y tampoco quién es la cabeza del gobierno que inventa y se equivoca.

 

 

En el #DebateXPuebla dejó ir la última oportunidad de hacerlo.

 

 

Además, sus asesores de imagen le jugaron una mala pasada.

 

 

Son sus peores enemigos.

 

 

El tiro de cámara de la producción o su vestimenta lo hacían verse “sin cuello”.

 

 

En un debate televisado, en el que la imagen predomina sobre las ideas, perdió de calle frente un Antonio Gali que se veía esbelto y no llenaba la “toma” de la cámara”.

 

 

Sin mucho esfuerzo, el candidato de “Puebla Unida” se dedicó a “tirar rostro”. A sonreír, pedir el voto, hablarle directo a la cámara a los poblanos.

 

 

Mientras, Agüera se veía incómodo, rollizo, tenso.

 

 

Los tuiteros lo despedazaron con burlas y memes para resaltar la ausencia de “cuello”.

 

 

Tampoco es que Gali Fayad hiciera maravillas. Simplemente se ajustó al guión y hasta se dio el lujo de apropiarse de los logros del gobierno como la recuperación de Valle Fantástico y la creación del metrobús.

 

 

Sin una imagen pública agradable, sin un discurso de contraste, sin valentía para confrontar al morenovallismo, Enrique Agüera se murió de nada.

 

 

Tampoco apareció el académico, el doctor en administración pública.

 

 

Obligado a golear para remontar lo que no pudo ganar en seis semanas, ni siquiera llegó al 0-0.

 

 

Hay días en que el catenaccio no basta.

 

 

De acuerdo a un sondeo telefónico de Mas Data, los poblanos vieron ganador al abanderado de “Puebla Unida”.

 

 

Un 47 por ciento cree que tuvo un mejor desempeño frente a un 24 por ciento que calificó mejor al ex rector.

 

 

Agüera se muere de nada porque no simboliza nada.

 

 

No rompe con la imagen de la continuidad del marinismo y tampoco encarna la lucha contra los absurdos del morenovallismo.

 

 

Quizá si muere de algo.

 

 

De falta de arrojo y valentía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Rate this item
(3 votes)
comments powered by Disqus