Monday, 29 de April de 2024


Paradoja morenovallista: más crecimiento económico = mayor pobreza




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El problema de fondo que muestra el Coneval es un colapso del modelo económico propuesto por el gobierno morenovallista: al mismo tiempo que se produce más riqueza, también se fabrican más pobres. Y la única explicación posible es un fenómeno de distribución equitativa de la riqueza, también denominado concentración

El indicador nacional de la pobreza ofrecido por el Coneval la semana pasada representa el primer fracaso del gobierno morenovallista. Un dato contundente e incontrovertible desde el punto de vista que quiera analizarse: no solamente no mejoramos o nos mantuvimos estables, sino que empeoramos. Descendimos del cuarto al tercer lugar en el ranking de las entidades más marginadas, y de paso, empeoramos el escenario nacional ya que de los 500 mil nuevos pobres en México, 260 mil se generaron en Puebla. Una caída inimaginable después de los muchos logros cantados por el gobierno estatal rumbo al tercer año de la administración. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué se perdió el camino avanzado en los dos últimos años del marinismo? ¿En qué fallaron las políticas públicas del morenovallismo? Es la hora en que nadie ofrece una respuesta.

 

 

En la hora de la verdad, el gobierno estatal falló. No hay otro argumento, pese a que otros indicadores nos hacían esperar una mejora sensible en el ranking más importante de todos, el de la pobreza y la pobreza extrema. Es cierto: durante 2011 y 2012 Puebla tuvo un crecimiento económico extraordinario del 7 por ciento anual, digno de los BRIC como India y China. El turismo tuvo un despegue importantísimo cercano al 30 por ciento. La inversión en infraestructura es visible por todos. ¿Entonces qué pasó? ¿Por qué hay 260 mil pobres más de los que había al arranque del sexenio? ¿Por qué casi 59 mil poblanos se sumaron a la pobreza extrema?

 

 

El ranking ofrecido por Coneval es incontrovertible por ser la instancia constitucional encargada de realizar la evaluación de las políticas sociales que mide la pobreza con distintas carencias: los ingresos de acuerdo a la línea de bienestar, el rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a seguridad social, calidad y espacios de vivienda, acceso a servicios básicos y, finalmente, alimentación. Mientras entidades como Campeche, Sonora, Guanajuato y Tabasco obtuvieron “estrellita” porque fueron de los que más lograron reducir el porcentaje de población en marginación, el cuadro de “deshonor” corresponde al Estado de México, Jalisco y Puebla, que fueron los que más pobres fabricaron en ese lapso de dos años.

 

 

Parece haber pocas disculpas: estados históricamente retrasados tuvieron avances. Chiapas sacó a 2.2 por ciento de su población de la pobreza en el mismo lapso; mientras que Oaxaca sacó al 6.2 de sus habitantes. ¿Alguien podría pensar que Juan Sabines o Gabino Cué son mejores gobernadores que Moreno Valle? Las cifras podrían indicarlo así.

 

 

La realidad de Puebla es dramática y muy lejana a un sueño primermundista. El porcentaje de la población en pobreza pasó de 61.5 a 64.5 por ciento, es decir, 3 millones 878 mil poblanos tienen carencias para desarrollarse. De ellos, 1 millón 59 mil se encuentran en pobreza extrema. ¿Tienen esos 4 millones de poblanos por lo menos 30 pesos sobrantes para subirse a la Ruedota de la Fortuna?

 

 

Veamos otros datos. De forma inversa, a mayor porcentaje de población en pobreza extrema, son menos los poblanos que no tienen carencias. Por llamarlo de alguna forma, los poblanos “no pobres” descendieron de 666 mil a 562 mil, es decir, apenas medio millón tienen todas las condiciones para desarrollarse. ¿Qué futuro puede tener Puebla en esas condiciones?

 

 

El gobierno estatal no tuvo capacidad de reacción al informe del Coneval, y hasta el momento no hay quien ofrezca una explicación a todas estas contradicciones. No se espera que lo haga el nuevo titular de Desarrollo Social, Mario Rincón, designado hace apenas un par de semanas después de ganar la diputación local por Amozoc. Pero lo increíble es que todos los anteriores titulares de la dependencia, pese a sus pésimos resultados, fueron premiados políticamente. Myriam Arabian Couttolenc, la primera responsable, ahora es regidora electa en la planilla de Antonio Gali. Néstor Gordillo, segundo encargado del área, hoy es diputado federal. Salvador Escobedo Zoletto cayó para arriba, y también es diputado local electo. ¿Quién de ellos dará una explicación coherente?

 

 

Y es que hasta ahora la única respuesta gubernamental es un boletín titulado “Salud, educación y empleo: bases firmes para el desarrollo social incluyente de Puebla” en el que no aborda el descenso en el ranking de la pobreza, sino justifica algunos logros pírricos que no lo son, ya que especialmente el rubro de carencias en materia de salud hubo una mejora generalizada en todo el país como resultado del esfuerzo del gobierno calderonista por alcanzar la bandera blanca del Seguro Popular. En otras palabras, el gobierno morenovallista no le entró al debate real.

 

 

El problema de fondo que muestra el Coneval es un colapso del modelo económico propuesto por el gobierno morenovallista: al mismo tiempo que se produce más riqueza, también se fabrican más pobres. Y la única explicación posible es un fenómeno de distribución equitativa de la riqueza, también denominado concentración. Es decir, no importa que en los próximos tres años del sexenio haya crecimiento económico, turismo y empleo, ya que esa riqueza no se distribuye entre todos los poblanos, sino que se queda en unas cuantas manos.

 

 

Si la riqueza que el morenovallismo generó entre 2011 y 2012 no se distribuyó entre el grueso de los poblanos, sino que se concentró en unas pocas manos e incluso se diluyó entre los constructores foráneos beneficiados con obra pública, ¿qué viene para la recta final del sexenio? ¿Insistir en el mismo modelo? ¿Presumir avances que dejan más pobres? ¿Descender de la posición tres a la dos? Digo, si Oaxaca nos rebasó, ¿pues también Guerrero puede hacerlo, no?

 

 

El informe del Coneval de la pobreza debe hacer replantear a Moreno Valle su modelo de desarrollo: las grandes obras, el teleférico, la Ruedota, los puentes o los Centros Integrales de Servicios no sirven de nada sin un modelo de redistribución de la riqueza.

 

 

El debate está abierto.

 

 

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