El cirujano Anthony Atala había publicado hace dos años un estudio donde argumentaba que era posible imprimir órganos humanos en tres dimensiones en el futuro próximo. La propuesta original del cirujano Atala basaba la construcción de tejido con base en bio-ink, un material líquido hecho a partir de células vivas. Sin embargo, aunque la réplica era idéntica al órgano, el tejido obtenido mediante el proceso no estaba vivo y por esta razón no era posible realizar el trasplante.
El equipo chino que ha desarrollado la ténica de impresión de órganos realizó el proceso de manera diferente y ha logrado la impresión de riñones vivos en serie. Aunque el transplante aún se encuentra lejano, la fase experimental de los "riñones impresos" ha demostrado que el periodo de su vida útil comprende sólo cuatro meses. La expectativa inicial es que dentro de 10 a 15 años sea posible producir riñones impresos de mayor duración que puedan servir a problemas como la insuficiencia renal.
El científico que coordina el equipo chino, Mingen Xu, asveró que tan sólo en China el 1 por ciento de la población tiene acceso a trasplantes de órganos.