Thursday, 02 de May de 2024


Ciego, sordo y agachón




Escrito por  Jesús Ramos
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Podríamos decir que Eduardo Rivera Pérez fue un alcalde incomparable y que se extrañará su relevo en la presidencia municipal de Puebla, pero no es cierto, la verdad es que fue un alcalde timorato, falto de carácter y sin personalidad para convivir con el Ejecutivo estatal que le tocó alternar por caprichos del destino. Fue vergonzoso ver como en su primer Grito de Independencia lo ningunearon en Palacio Municipal sin que se ofendiera.

A otro panista, como él, le tocó administrar la capital poblana en tiempos de Manuel Bartlett Díaz y lo hizo bastante bien. Gabriel Hinojosa Rivero fue un edil con arrestos, honesto y de mucho temple. Nunca se le dobló ni reverenció a don Manuel, al contrario, lo encaró y le hizo saber que si don Manuel gobernaba el estado él lo hacía en la ciudad.

 

 

Hinojosa tuvo todo en contra, al mandatario estatal y al presidente de la república, y salió avante, fue un munícipe digno; lo mismo ocurrió con Luis Paredes Moctezuma, de Luis se podrán decir muchas cosas pero nunca que se achicó o que fue un cobarde con Melquiades Morales, su administración tuvo el sello característico del valemadrismo y de la espectacularidad en los medios informativos, tenía la piel gruesa y aguantaba vara como los hombres.

 

 

Mario Marín quiso someter a Enrique Doger y no pudo. Le quiso opacar la luminosidad de ser presidente municipal de Puebla y fracasó. Se topó con piedra. Doger hizo el gobierno que quiso y brilló con luz propia en los tiempos del autoritarismo de Marín. Fue un hombre elegante, de gran personalidad y carácter. En cambio de Eduardo Rivera, no podríamos decir lo mismo, gobernó con miedo, sumiso y se dobló.

 

 

Puebla por poco pierde la denominación de patrimonio cultural de la humanidad por la construcción del teleférico, destrozaron inmuebles históricos por el rumbo del Barrio del Artista y El Parían y se mantuvo callado, hizo mutis, lo mismo ocurrió con el puente a desnivel de la Calzada Zaragoza y las rutas del metrobús y ni pío dijo. En fin. Fueron tantos desbarajustes los que le hicieron a su ciudad siendo presidente y se hizo como que ni vio ni oyó.

 

 

Eduardo Rivera y sus padrinos del Yunque podrán pensar que lo hicieron bien, podrán presumirlo, pero eso es falso, se engañan, lo que realmente ocurrió fue que dejaron ir la oportunidad de sembrar en la conciencia de la gente a un edil poblano digno, irreverente, distinto y con carácter para lo que pudiera ofrecerse en las elecciones de 2016 o 2018, sin embargo, lo que vendieron fue a un alcalde miedoso, ciego, sordo y agachón cuyo trienio no fue mejor a los que lo antecedieron.

 

 

Esa es la verdad, lo demás, lo que ensalcen de Lalo es demagogia, un espejito de compra en remate, un adiós bien intencionado de agradecimiento por lo que de él recibieron, pobre Lalo, pobre Yunque, pobres poblanos. Que los vientos nuevos que soplen en Puebla con la llegada de Tony Gali sean mejores que los que se fueron, ojalá y así sea por bien de los habitantes de la angelópolis.

 

 

 

 

 

 

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