Saturday, 27 de April de 2024


Infunde terror la Ley Bala




Escrito por  Jesús Ramos
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Los sabios y los genios también se equivocan. Cuenta la historia que la piedra donde Miguel Ángel esculpió El David fue blanco de varios errores, Mozart modificó doscientas veces la partitura de la Sinfonía 40 hasta convertirla en su obra maestra, Thomas Alva Edison falló en más de mil intentos para encender la bombilla eléctrica y Leonardo da Vinci debió anexar varios elementos a La última cena incluso después de declararla terminada. Y así podríamos seguir citando a otras lumbreras de la humanidad por largo tiempo…

Equivocación. La llamada Ley bala aprobada por el Congreso del Estado a iniciativa del gobierno estatal tiene todos los tintes de un desliz, de un error, involuntario tal vez, pero al fin y al cabo un error de texto que al paso del tiempo puede tener dimensiones inimaginables y resultados lamentables si no se corrige. El tiempo para este tipo de marcos jurídicos cuenta mucho y la citada ley parece no coincidir con los tiempos actuales.

 

 

La intención pudo ser buena, pero el resultado se percibe malo, muy malo; abolla de muchas formas las desgastadas reputaciones de los diputados y los partidos políticos que la aprobaron, a los ojos de una sociedad más fijada, más atenta, más crítica y más dispuesta a hacerse escuchar. En lo particular confieso que se me erizaron los pelos cuando me enteré del asunto, me asusté. Y pregunto: ¿Cuántos más se asustaron y se seguirán horrorizando al paso de los días?

 

 

La carnita de la Ley bala pueden ser muchas cosas nobles a favor de una sociedad que en su conjunto detesta las manifestaciones en la vía pública, las rechaza y pide castigo para quienes obstruyen el tráfico y les hace perder el tiempo, las afecta y las ofende, pero darle la oportunidad, un resquicio, una grieta jurídica para que las fuerzas policiacas utilicen las armas de fuego contra quienes piensen distinto a una administración gubernamental, institución, sindicato, empresa o negocioes de ponerse a pensar.

 

 

Y en ese pensamiento, habría que adelantarse a la probabilidad (reciente o futura) de que un presidente municipal del interior, así como el de La ley de Herodes, sepa que cuenta con esas facultades y, lo peor, las considere como herramienta de gobierno y de tranquilidad pública. ¿Qué es lo que puede pasar si la gente se le manifiesta en la presidencia municipal?¿Qué si le toman la alcaldía? Claro que preocupa.

 

 

Ojalá y todos los que ejercen autoridad y control sobre los cuerpos policiacos fueran gentes de fiar, capacitadas y con buen criterio, pero en nuestra historia reciente hemos comprobado que no ha sido así, y ahí está el exgobernadorMario Marín con Lydia Cacho y el magistrado Genaro Góngora Pimentel con su esposa; y más atrás, Chapa Bezanilla y El negro Durazo. Se antojan tiempos difíciles.

 

 

 

 

 

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