La dimensión desconocida del doctor Velázquez


—Crónica—


En el salón Miguel Hidalgo del Palacio Legislativo se presentó la obra Las reflexiones cosmogónicas, escrita, dirigida y actuada por el consejero jurídico del gobierno marinista. Fue la invención de un Jean-Paul Sartre poblano, de un Fernando Savater de la Rivera Anaya


Selene Ríos Andraca / Efraín Núñez Calderón


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Podría haberse titulado “Las reflexiones cosmogónicas del doctor Velázquez”. O bien, la invención de un Jean-Paul Sartre poblano. Qué tal: la aparición de un Fernando Savater de la Rivera Anaya. Pero no, no era más que el consejero jurídico del gobierno marinista, Ricardo Velázquez Cruz, rindiendo cuentas ante el Poder Legislativo sobre la otredad, el ser, la nada y las vacas.


Del otro lado de la tribuna —liderada por la Comisión de Gobernación—, el diputado sui géneris José Manuel Pérez Vega, mejor conocido como Pepe Momoxpan, luchaba con amenazas y leyes en mano para cuestionar al funcionario marinista sobre el gasto realizado por la administración estatal en la defensa jurídica de Mario Marín Torres.


Mientras los paleros del gobierno preguntaban a modo o bien se sumaban al loable proyecto de la Consejería Jurídica del Gobierno estatal, Ricardo Velázquez hablaba serio, contundente, directo. Hasta sonreía y jugueteaba con sus manos en el micrófono.


Fue el panista Eduardo Rivera Pérez el que provocó la transformación de Ricardo Velázquez en el filósofo existencialista marinista, una vez que cuestionó al funcionario sobre el gasto en la defensa jurídica de Mario Marín, los viáticos para solucionar el escándalo del gobernador en la ciudad de México y los hoy tan peligrosos viajes en helicóptero de él y su jefe para el mismo asunto.


Ante las preguntas sobre el caso Marín-Cacho, Ricardo Velázquez se apoyó en la retórica y la ambigüedad para explicar que los seres humanos no son personas, pero que las personas sí son seres humanos y que por tal razón, él siempre supo que el segundo párrafo del artículo 96 —base jurídica por la que inició la investigación contra Marín en la Suprema Corte de Justicia— no era suficiente para una recomendación de parte del máximo tribunal del país.


Sentado en medio de los integrantes de la Comisión de Gobernación, Ricardo Velázquez fue iluminado por una tenue luz que se filtró por el techo del Salón Miguel Hidalgo y sin más soltó: “Ninguna persona podrá ser suspendida de sus derechos sino en los casos que la misma constitución establezca. Una máscara en el teatro Griego, la persona es el humano. Y todos los humanos tenemos derecho a las garantías individuales. El derecho a la justicia justa, pronta y expedita (sic).”


Atónito, Eduardo Rivera ante la exquisita sabiduría de Ricardo Velázquez, sonrió y releyó sus propias preguntas, se rascó la cabeza y pidió su derecho de réplica: “Yo no estoy juzgando al gobernador, la decisión ya está tomada por la Suprema Corte de Justicia, yo sólo quiero saber cuánto gastó la dependencia que dirige en la defensa y por favor, no le dé vueltas al asunto, Mario Montero tuvo la capacidad de contestar con cifras exactas, espero que usted también la tenga.”


El doctor Ricardo Velázquez comprendió hasta entonces que su público no lo valoraba, que nadie entendía sus reflexiones cosmogónicas y cedió, pero tanto cedió al “pueblo de Puebla” que respondió al cuestionamiento del panista con un vacío comentario: “No gastamos nada, los abogados contratados no cobraron un solo peso (…) se gastaron muchas horas en estudio, muchas horas, eso sí.” 


Y del ser humano, la persona, la máscara griega, saltó a sus cavilaciones sobre la otredad, la subjetividad y el existencialismo: “Yo soy, porque los demás son (…) Hoy soy consejero, mañana no lo sé (…) ¿Es acaso diferente un diputado que un albañil?”  


Una basta tesis sobre su teoría existencialista fue la médula de su discurso final: “No hemos creado ciudadanos. Se es ciudadano porque se vota, entonces cuando no hay procesos electorales se aletarga la ciudadanía. Lo que yo hago no es una responsabilidad mía, saliendo me quito el traje de consejero, porque todos somos responsables de nuestros actos siempre direccionados en beneficio de la población. Hoy soy consejero mañana no lo sé. Decía Sócrates que él no procedía de las piedras y todos procedemos de nosotros, de nuestros pares. Yo soy conciente de lo que tú haces, porque eres conciente de lo que yo hago. La responsabilidad humana es… la esperanza de una nueva vida.”

 

Pablo Fernández y su ignorancia


A escasos minutos de haber iniciado la comparecencia de Ricardo Velázquez Cruz, el legislador José Manuel Pérez Vega, alias Pepe Momoxpan exigió ser incluido en la lista de grupos parlamentarios que cuestionaran al funcionario marinista.


Debido al conflicto que existe en la fracción del Partido del Trabajo (PT), la Gran Comisión no ha considerado a este instituto político como grupo parlamentario, por lo que sus representantes fueron excluidos del formato para interrogar a los funcionarios públicos de la administración estatal.


Al inicio de la sesión, Pepe Momoxpan se acercó al presidente de la Comisión de Gobernación, Pablo Fernández del Campo para solicitarle el derecho a cuestionar al funcionario marinista, sin embargo al no obtener respuesta, una vez iniciada la comparecencia, el diputado petista reprochó la negativa y exigió su derecho a interrogar.


Pablo Fernández del Campo, presidente de la Comisión de Gobernación del Congreso local, le negó la palabra al diputado petista José Manuel Pérez Vega alias Pepe Momoxpan, bajo el argumento de que la Gran Comisión signó un acuerdo el pasado 29 de enero donde se especificaba el orden y los diputados que participarían en las comparecencias.


Al no concederle la palabra a Pepe Momoxpan, Fernández del Campo violó la Ley Orgánica del Congreso del estado en su artículo 17, fracción 14, la cual otorga a los diputados el derecho a voz, mas no a voto en las comisiones a las que no pertenezcan.


Por lo anterior, José Manuel Pérez Vega amenazó con iniciar un juicio político a Fernández del Campo si éste no le concedía el derecho a cuestionar al consejero jurídico.


Pero Pablo Fernández se mantuvo firme. Cuando Momoxpan preguntó, el diputado priista ignoró a su par y siguió adelante con la sesión.


Desconcertado, el sabio consejero intentó responderle a Pérez Vega, pero Carlina O’Farril hizo tan tremendo berrinche para callar al consejero, que éste no dijo más y se despidió.

 

 

El Frente Amplio Marinista
abraza a Ricardo Velázquez


En su intervención, Carolina O’Farril, de Convergencia, solicitó a gritos el apoyo del consejero para legislar en materia de discriminación y migración, y en reiteradas ocasiones alabó el trabajo del consejero y su “fina” asesoría.


La perredista Irma Ramos Galindo aprovechó al máximo su intervención para pedir, con ese toque de dulzura que la distingue,  que la Consejería Jurídica la incluya en las iniciativas, programas y subprogramas planteados en el informe del consejero para contribuir al estado de derecho y la cultura de la legalidad.

 


 
 
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