Friday, 19 de April de 2024


+ Obama: la vuelta del autoritarismo + País dividido, sociedad fracturada




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El arranque hoy del segundo periodo de cuatro años del presidente Barack Obama se dará en medio de indicios de la consolidación de una presidencia autoritaria. Por primera vez, un mandatario impone decisiones y divide a la sociedad, al margen de los acuerdos en el poder.  

 

Con una ventaja menor en el voto popular en el 2012 sobre el 2008, Obama ha disparado los poderes extraordinarios de la presidencia de la nación para aplicar políticas sin el consenso de una parte de la sociedad. Inclusive, economistas liberales hablan de una reactivación de la “lucha de clases” al enfrentar Obama a los pobres contra los ricos.

 

 

Obama ha llevado algunas decisiones a la orilla de la ruptura institucional para no ceder posiciones a los republicanos: aprobación presupuestal sin recortes a los despilfarros de gasto, aumento del techo de deuda sin estabilizar el gasto, desdén al déficit presupuestal que se convertirá en costo social hacia 2016, modificación de la política de posesión de armas, entre otras.

 

 

En los hechos, Obama le ha apostado a la reconfiguración de la institución presidencial para convertirla en el centro de todas las decisiones, anulado los equilibrios políticos, sociales, de poder y de militancias. Como Luis Echeverría en los setenta, Obama decidió asumir el control de la política económica al designar a su jefe de gabinete como secretario del Tesoro y por tanto como el operador de las decisiones ejecutivas. Como Echeverría cuando afirmó que la economía “se maneja desde Los Pinos”, hoy Obama puede decir que la economía se opera “desde la Casa Blanca”.

 

 

Paulatinamente y en función de los hechos, la institución presidencial ha optado por el autoritarismo. Obama no negocia, no atiende a ciertos equilibrios de poder del stablishment, sus decisiones se alejan de los parámetros del capitalismo estadunidense; poco a poco, su presidencia se parece mucho a la de Hugo Chávez: una institución populista, dependiente del aplauso popular, polarizante en sus adjetivos y sin atender a la racionalidad de los equilibrios económicos.

 

 

Cuatro grandes decisiones han dibujado el autoritarismo presidencial:

 

 

1.- Obama se negó a negociar el presupuesto federal que se enfilaba, al finalizar el año pasado, hacia el abismo fiscal: no atendió la demanda de bajar el déficit, profundizó su keynesianismo tercermundista de gastar y gastar y gastar a pesar de que el gasto no reactivó la economía y sí elevó el déficit presupuestal a cifras de dos dígitos; cuando le reclamaron la urgencia de contener el despilfarro del gasto, Obama contestó que los republicanos querían quitarle sillas de ruedas a los discapacitados, cuando en realidad la oposición era a la burocracia ineficiente. Pero Obama jugó al riesgo: dejó que el país cayera al abismo fiscal para obligar a los republicanos a aprobar el presupuesto sin recortes.

 

 

2.- En la revisión presupuestal, Obama polarizó la sociedad al asumir un discurso contra los ricos para obligarlos a regresar al pago de impuestos al que habían sido exentados por George W. Bush. Si la medida era necesaria, Obama la llevó al terreno ideológico, lo que fortaleció a grupos antisistémicos como los de Occupy Wall Street, los indignados estadunidenses contra lo que fijaron como el 1% de ricos que controla, decía, toda la riqueza. El discurso de Obama impuso el lenguaje de la lucha de clases, de pobres contra ricos.

 

 

3.- En la negociación del techo de deuda, Obama regresó al lenguaje ideológico polarizante: los ricos quieren bajar el gasto. Pero Obama llevó la deuda nacional de 10 trillones en 2008 a 16.4 trillones en el 2012 y ahora quiere más deuda, sin que pueda ofrecer cifras sensatas de que esa deuda haya podido reactivar la economía nacional. Por ello Obama pide más deuda para tener más gasto, aunque toda deuda tarde que temprano se convierta en un pasivo para la sociedad que tenga que pagarse con recesión. Los opositores a más deuda señalan la urgencia de recortar despilfarros.

 

 

4.- En el asunto de las armas, Obama se negó a algún debate nacional, capitalizó con la tragedia de las familias afectadas en la matanza en Newtown, Connecticut, al utilizarlas en reuniones en la Casa Blanca, atacó a la Asociación Nacional del Rifle aunque a costa de fortalecerlo. Y aunque no logró su objetivo de modificar la Segunda Enmienda Constitucional, sus acciones ejecutivas quedaron lejos de ser solución. Eso sí, Obama aumentó su popularidad al medrar con las tragedias. Las decisiones de Obama sólo fortalecieron a los sectores que defiendan la Segunda Enmienda para la propiedad de las armas.

 

 

Lo malo de toda la presidencia de Obama es que enfiló su segunda presidencia hacia un conflicto con los republicanos. Las razones de los comportamientos de Obama vienen de su formación social: nació y creció en Hawai, llegó a los EU a los veinte años, se relacionó con los grupos radicales de izquierda de Harvard, nunca participó de los juegos de poder del stablishment y llegó al poder por el voto de los pobres que dependen de los fondos del Estado. Es decir, una carrera política típica de los dictadores del tercer mundo.

 

 

La polarización social y política de los EU se está convirtiendo en un factor de inestabilidad nacional. La modificación de políticas de Estado no ha tendido a fortalecer el modelo de desarrollo ni a modificar su condición de imperio. La precariedad económica y financiera se revela en bajo crecimiento, aumento del gasto público para atender a los pobres, multiplicación de problemas geopolíticos por el abandono militar estadunidense, surgimiento de una nueva multipolaridad

 

 

Obama está llevando a los EU a un escenario similar al que Mijail Gorbachov condujo a la URSS y que marcó el principio del fin del imperio soviético. Si Gorbachov tuvo el objetivo de transitar a Moscú de una dictadura a un camino democrático --que se desvió con la restauración de Putin--, Obama podría estar avanzando el camino de regreso: de la democracia al autoritarismo. Y así los EU podrían verse pronto reflejados en el espejo de la URSS que desapareció del mapa mundial.

 

 

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