Thursday, 25 de April de 2024


+ Crisis: alto costo social y bajo PIB + Híbrido neopopulismo-globalización




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NUEVA YORK, EU.- La percepción que queda después de revisar la profundidad de la crisis, las crecientes protestas sociales y las expectativas de los principales organismos financieros lleva a la conclusión de que por primera vez el mundo enfrenta un colapso económico sin tener salidas en el corto plazo.

Luego de casi cinco años de haber estallado por factores especulativos, la crisis económica sigue profundizando la gravedad en las estructuras productivas, los consensos sociales y las tendencias de crecimiento económico. La única salida se observa en la urgencia de realizar reformas estructurales de segunda generación globalizadora, pero resulta que para ello se debe consolidar la estabilidad macroeconómica, disminuir los déficit presupuestales y cebar las bombas de las deudas nacionales.

 

 

Sin esas reformas de fondo --similares a las aplicadas con altos costos sociales por América Latina en los setenta como condicionalidad del FMI y del Banco Mundial-- la economía simplemente no se reactivará y su tendencia en los países industrializados se mantendrá en niveles de 2 por ciento anual y afectará a los países que hasta ahora, por haber saneado sus finanzas en pasadas crisis, habían podido eludir los efectos de la recesión. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina, la región tendría una baja promedio de 1 por ciento en el PIB por efecto de la recesión en los EU y la Unión Europea.

 

 

Para una verdadera recuperación de la crisis se tendrían que dar, de acuerdo con expertos, algunas condiciones:

 

 

--Reformas presupuestales para disminuir el déficit.

--Mayores decisiones para abrir el comercio a más globalización.

--Regulaciones estrictas a los organismos financieros y bursátiles para pasar la actividad económica de la especulación a la producción.

--Mayores elementos de innovación en la producción.

--Y sobre todo, la necesidad de que los Estados Unidos pospongan sus agendas sociales a mejores tiempos, acepten un ajuste drástico en gasto para bajar déficit y deuda y regresen a los mecanismos de integración productiva.

 

 

Como nada de ello se aprecia en el corto plazo, las previsiones en la comunidad económica estadunidense es más bien pesimista. A diferencia de crisis anteriores, ahora los países industrializados se niegan a realizar sacrificios, apelan a políticas de bienestar que no son financiables y están más preocupados por los refrendos electorales.

 

 

La responsabilidad de la crisis y de la nueva fase de crecimiento se localiza en los Estados Unidos y los principales países de la zona Euro --Alemania y Francia, sobre todo-- y ahí se carecen de indicios de que quieran poder en orden sus finanzas. De ahí el enfoque negativo del FMI en su último informe de octubre de 2012: “no se vislumbran mejoras significativas en el futuro”. Lo malo ha sido que la indisciplina de las grandes economías ha servido de pretexto para que las economías emergentes también eludan los programas de ajuste y de hecho copien las salidas de emergencia de más gasto y más deuda, agudizando con ello los problemas de la estabilidad financiera internacional.

 

 

El punto central de esta situación se localiza en la expectativa de que el relajamiento fiscal y el aumento de la deuda puedan conducir a una reactivación de la economía; sin embargo, de la crisis de 2008 al año pasado, el aumento del gasto y del déficit y el disparo de la deuda hasta ahora no han tenido el efecto dinamizador deseado. En los países de la OCDE --Organización para la Cooperación el Desarrollo Económico-- la tasa promedio de crecimiento económico ha sido menos al 2 por ciento y se carecen de indicios de que cuando menos en cinco años pudiera darse un jalón en el dinamismo económico.

 

 

En los monitores de los organismos internacionales existen más factores de riesgo que de posibilidades de estabilización y reinicio del crecimiento. El problema se percibe no sólo en la urgencia de programas de ajuste macroeconómico estabilizador, sino en la reorganización inevitable de la globalización productiva. Pero los gobiernos de los EU y de la zona euro están más preocupados por resistir las presiones sociales que por mirar hacia el futuro. El FMI ya juzgó los errores de la política económica de Obama y concluyó lo que se analiza por lo bajo en los centros económicos internacionales: el déficit presupuestal y la deuda son el obstáculo para la reactivación.

 

 

Sin embargo, Obama ha dejado ya muy claro que él no fue electo para mayores sacrificios sociales sino para aumentar los derechos de las minorías, aunque sin tener una política presupuestal equilibrada. En Europa las manifestaciones sociales han tumbado gobiernos sin entender que el costo social es inevitable no como objetivo sino como consecuencia de la irresponsabilidad socialdemócrata en el ejercicio presupuestal reciente.

 

 

Al terminar la segunda guerra mundial, las potencias se reunieron en el balneario de Bretton Woods, en New Hampshire, para poner orden en tres de los principales problemas: las finanzas y monedas, los modelos de desarrollo y el comercio. El actual colapso de la globalización requiere de una reunión similar si en verdad se desean encontrar salidas de fondo de la crisis, consolidar los sacrificios sociales y encontrar nuevos reinicios de tasas de crecimiento económico sostenido y sano.

 

 

Por lo pronto, los pronósticos de crecimiento económico para el 2013 han comenzado a ser revisados hacia abajo por organismos y consultorías, lo que hace prever otro año de desajustes, jaloneos sociales y bajas tendencias del PIB. Y ante este escenario en el que nadie quiere ver la realidad, los economistas más brillantes están más comprometidos a defender políticas coyunturales y aisladas de corto plazo que en ver que el bosque de la economía mundial se está incendiando.

 

 

Y al final, nadie está pensando cómo salir de la crisis.

 

 

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